La primera cuota del Impuesto Automotor -la patente, como se lo conoce habitualmente- trajo subas de hasta 53 por ciento.
Quienes ingresaron a revisar los impuestos descargaron su enojo contra la administración bonaerense a través de las redes sociales. Hubo incertidumbre y críticas, porque, de acuerdo con la Ley Impositiva presentada por el gobernador Axel Kicillof, y sancionada por la Legislatura bonaerense, se establecieron topes de 32 por ciento.
Así se lee en el Artículo 128 de la Ley Impositiva, donde se señala que “para aquellos vehículos cuya base imponible sea menor o igual a pesos cinco millones ($5.000.000) el aumento no podrá exceder en más de treinta y dos por ciento (32%) al calculado en el año 2020”. A pesar del tope, finalmente hubo incrementos sensibles al bolsillo de los contribuyentes.
En primer lugar, hubo un aumento de las valuaciones de los vehículos, que efectúa la Dirección Nacional del Registro de la Propiedad Automotor (DNRPA) que depende del Ministerio de Justicia de la Nación.
Esa valoración es nada menos que la “base imponible” del Impuesto, la “palanca” para que al bolsillo haya llegado un incremento mayor. Aunque el cambio en los valores no afectó a todos los vehículos, sino a los de gamas medias y altas.
Pero, además, la gestión de Kicillof realizó cambios en las bonificaciones impositivas que se realizaban a quienes pagaran a término, o se adhirieran al régimen de factura electrónica o incluso a los que optaran por el pago anual.
En promedio, el esquema de bonificaciones pasó del 20 por ciento al 7.5 para la mayoría de los beneficios. Sólo el pago anual sigue manteniendo el 20 por ciento de descuento, pero es relativo: ¿conviene adelantar un pago cuando no hay garantías sobre el desenvolvimiento de la inflación?