OPINIÓN
La palabra trabajo tiene un origen poco feliz, ya que viene del latín tripalium, que significa “tres palos” y era un instrumento de tortura formado por tres estacas a las que se amarraba al esclavo.
Desde siempre el día del trabajador ha generado reflexiones y pensamientos en ámbitos políticos, filosóficos, académicos, religiosos, en los propios contextos laborales.
Demócrito -filósofo presocrático- decía “Hay hombres que trabajan como si fueran a vivir eternamente”. Teresa de Calcuta sostenía que “Lo que importa es cuanto amor ponemos en el trabajo que realizamos”.
Don Bosco –sacerdote, educador y escritor- pensaba que el lema era “Tratemos de trabajar mucho para hacer mucho bien”.
San Agustín le decía al mundo: “Reza como si todo dependiera de Dios; trabaja como si todo dependiera de ti”.
Hace unos días en un programa de televisión, el doctor Daniel López Rosetti- Especialista en Clínica Médica, Cardiología y experto en Medicina del Estrés- refiriéndose a la felicidad, a encontrar sentido al quehacer cotidiano -fundamentalmente a lo laboral- narraba una situación muy iluminadora. El ejemplo era sobre dos albañiles que estaban construyendo una catedral en una ciudad. A los dos se les hacía la misma pregunta: “¿Qué estás haciendo?”. El primero de ellos, con algo de fatiga y mal humor, respondía: “Estoy poniendo piedra sobre piedra”. El otro, con un semblante más alegre, contestaba: “Estoy edificando una catedral para la posteridad”. El Dr. mostraba, a través de ese ejemplo, que un mismo trabajo puede tener sentidos muy distintos para dos personas que lo realizan.
En tiempos complejos, donde cada vez existen más situaciones que aumentan el nivel de estrés laboral y dañan la salud mental, se vuelve necesario preguntarse por el sentido de lo que día a día hacemos. Se trata de descubrir ese motor que nos mueve a la acción, esa razón de ser, más allá del salario y de la necesidad económica de trabajar para vivir.
En un mundo cambiante donde el conocimiento avanza de manera vertiginosa, tenemos, además, el desafío de mantenernos actualizados para no quedarnos fuera del sistema. En este día del trabajador, el mayor anhelo sería encontrar ese profundo sentido que da valor a nuestro trabajo y que nos hace levantar cada día con fuerza y energía.
¡Feliz día a todas las personas que con inteligencia y voluntad luchan felizmente por un mundo mejor!
Martina Valentini
Lic. en Ciencias de la Educación
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