En términos generales, cuando nos referimos a inteligencia artificial, hablamos de ciertas tecnologías que permiten realizar procesos que tradicionalmente estaban ligados exclusivamente al ser humano.
En los últimos tiempos, la inteligencia artificial se ha ido expandiendo a distintas disciplinas, tales como las ciencias de la salud, las finanzas, la industria. En este sentido, la educación no ha sido la excepción.
Entre las aplicaciones más extendidas que la inteligencia artificial ha tenido en educación es posible mencionar, entre otras:
• creación de plataformas online para el autoaprendizaje.
• software que posibilitan el desarrollo de conversaciones inteligentes (tomando el rol de profesor, estudiante o tutor).
• robótica educativa.
Hace algunas semanas, se realizó en Paris un encuentro en el que participaron expertos de China, Corea, Singapur, Suiza y Francia, con el propósito de debatir sobre temáticas vinculadas al impacto de la inteligencia artificial en la educación. Esta reunión fue promovida por Rodolfo Terragno, embajador de Argentina ante la UNESCO. Participó también el actual Ministro de Educación de Argentina, Alejandro Finocchiaro.
Entre las presentaciones realizadas, se abordaron temáticas muy interesantes y controversiales. Entre ellas, Hyeyon Seo, una experta coreana, explicó el sorprendente caso de un robot que logra dialogar con un niño autista que no puede comunicarse con humanos, ni siquiera con su familia.
En el encuentro se dejó claro que China es el país que lidera la investigación y aplicación de la inteligencia artificial. A su vez, el Ministro Alejandro Finocchiaro, remarcó que en Argentina se han incorporado desde el 2018 contenidos educativos de programación y robótica en todo el país, desde la Educación Inicial hasta el fin de la Educación Secundaria.
Sin embargo, más allá de los avances en este campo, es necesario tomar consciencia sobre la necesidad de normas reglamentarias que apunten a aspectos éticos. Parecería claro que la inteligencia artificial puede contribuir a la mejora de la enseñanza y el aprendizaje. Sin embargo, no estaría tan clara la cuestión de la supervisión pedagógica y ética que requiere.
Finalmente, uno de los puntos tratados en Paris fue que la inteligencia artificial no debe sustituir a los docentes, sino ser un instrumento en manos de ellos… A partir de esta afirmación podrían surgir muchos interrogantes. A modo de cierre, solo algunos de ellos: ¿Qué desafíos y oportunidades existen detrás de esta premisa? ¿Qué hay de cierto en la oposición robots vs docentes? ¿Cuál será el escenario en 20, 30 o 40 años?
Martina Valentini
Lic. en Ciencias de la Educación
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