Una exhibición en el Centro Vasco reunió a 32 expositores con colecciones de todo tipo, desde medallas y postales de la ciudad hasta daguerrotipos, radios antiguas y cámaras fotográficas. La Asociación de Coleccionistas de Chivilcoy, que nuclea a aficionados de la región, busca declarar a la ciudad como la capital del coleccionismo.
En adhesión al 171º aniversario de Chivilcoy, el Centro Vasco Beti Aurrera fue escenario de la 14ª Muestra de los Coleccionistas, un encuentro que año tras año crece y sorprende, revelando la pasión indescriptible de quienes dedican parte de su vida a conservar pedacitos de historia.
Durante el sábado y el domingo, un numeroso público recorrió cada una de las exposiciones que, como ventanas al pasado, exhibían tesoros insospechados: muñecas de porcelana, sobres de azúcar, fotografías antiguas, estampillas, radios, discos, daguerrotipos, libros, mates y mucho más. Cada mesa contaba una historia distinta, pero todas compartían algo en común: el amor por preservar lo que otros dejaron atrás.
El presidente de la Asociación, Marcelo Beccaría, explicó que esta edición reunió a 32 expositores, entre ellos tres invitados especiales —dos provenientes de Buenos Aires y una de Chivilcoy—, y destacó la variedad de objetos que se presentaron: “Hay desde daguerrotipos, que son las primeras imágenes que surgieron en el país y en el mundo, hasta postales, medallas de la ciudad, vinilos, radios antiguas, sables, cámaras de fotos, sobres de azúcar, mates de porcelana, muñecas, llaveros, imanes, banderas, libros antiguos, estampillas y pines. La verdad que es una muestra muy variada».
Beccaría también compartió parte de su historia personal con el coleccionismo: “Tengo 48 años y desde los 8 o 9 que estoy juntando cosas. Todo empezó cuando visité el Museo Histórico con la escuela; el director, Francisco Castagnino, me regaló una moneda antigua y ahí comenzó esta adicción tan linda».
Su colección actual se centra en objetos vinculados a Chivilcoy: “Todo lo que diga la palabra Chivilcoy me interesa. En esta oportunidad traje medallas y objetos publicitarios de negocios que ya no existen, pero también colecciono postales, estampitas y biblias antiguas».
El presidente celebró además que cada año se sumen nuevos integrantes: “Tenemos la suerte de incorporar más coleccionistas año a año. No somos solo de Chivilcoy, sino también de ciudades como Pergamino, Pehuajó o Alberti. Estamos impulsando la idea de declarar a Chivilcoy como capital del coleccionismo».
En ese sentido, adelantó que en noviembre realizarán una muestra temática en el Museo Almacén El Recreo, en homenaje al Día del Almacenero, reprogramado por cuestiones climáticas. “Queremos mostrar la historia de los almacenes y boliches de nuestra ciudad», destacó.
Finalmente, Beccaría dejó un mensaje a la comunidad: “Si alguien tiene alguna pieza de la familia o de su historia y no sabe qué hacer con ella, antes de tirarla puede acercarla a nuestra sede, en Yapeyú 156. Alguno de los coleccionistas seguramente le dará nueva vida a ese objeto».
Entre los expositores, Juan Manuel Tiscornia relató que su colección de libros tiene orígenes diversos: “Como todo coleccionista, tengo ejemplares hallados en la basura y otros que valen una fortuna. Uno de mis favoritos contiene un discurso que Juana Manso pronunció en Chivilcoy». Sus palabras reflejan esa mezcla de azar y destino que define a quienes buscan y rescatan piezas del olvido.
Por su parte, José Luis Ghiglieri presentó su colección de estampillas de la Antártida Argentina, y confesó que cada búsqueda se convierte en una aventura: “Aprendo mucho sobre cada temática en la que decido inmiscuirme”.
Otra de las expositoras, Silvia Savaia, dedicada a las muñecas antiguas, contó que este hobby es “un pasatiempo fantástico que requiere tiempo y mucho cuidado”, pero que le produce una gran satisfacción. “Hace poco decidí empezar a mostrar mis colecciones; me gusta que la gente pueda disfrutar de lo que yo disfruto”, expresó.
Los coleccionistas coinciden en una idea: no hay precio para su pasión. Aunque algunos puedan ver locura en guardar objetos viejos, para ellos cada pieza tiene un valor único, afectivo e irrepetible.
“Para muchos es basura, algo que estorba en sus hogares; para nosotros puede ser algo fundamental”, explican. Por eso insisten en un consejo sencillo pero profundo: no tiren nada sin antes hablar con un coleccionista.
Porque nunca se sabe —dicen— qué historia puede esconderse detrás de un objeto olvidado. Y es allí, justo en ese instante en que alguien rescata lo que otro descartó, cuando la magia empieza.
Fotos: Gentileza Osvaldo Benítez
VIDEO
Ver esta publicación en Instagram