Durante el desarrollo del acto recordatorio del 24 de marzo de 1976, el secretario de Cultura y Educación, Dr. Adrián Vila, leyó palabras alusivas a la fecha.
A 41 años del golpe-cívico militar
Hace un año decíamos que nos movíamos guiados por el abrazo fraterno de Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín en 1973 y que consideramos que nuestros principales desafíos son acabar con la desigualdad económico social; promover formas de participación popular cada vez más democráticas e inclusivas; y profundizar el espíritu de «unidad en la diversidad» de aquel acuerdo fraterno de 1973 entre las principales fuerzas políticas democráticas de la Argentina.
La destrucción mediante la represión de los lazos sociales que permitían sostener proyectos colectivos democráticos funcionó como el nudo que garantizó el viraje de un país autónomo con una perspectiva industrialista a un país dependiente con primacía del sector financiero.
Basta con recordar que la participación económica de los trabajadores en el ingreso nacional era en 1975 del 40% y en 1976 con el golpe cayó al 25%. Y hasta 1975 Argentina poseía 8% de pobreza, apenas un 10% de informalidad laboral y un 2,7% de desocupación, cifras que son incomparables con nuestra sociedad actual. Así, ninguna democracia en el mundo ingresó en un régimen dictatorial en un país que tuviera un ingreso per cápita superior al que tenía Argentina en 1975: Argentina es el país con mayor ingreso per cápita entre los que pasaron de democracia a dictadura. Un indicador más de que la estrategia del golpe fue la construcción de una sociedad desigual y la destrucción de un país que se había constituido en paradigma del desarrollo autónomo tercermundista.
Así, las profundas desigualdades que arrastramos desde la instrumentación del plan económico de Martínez de Hoz han sido una barrera que no hemos podido sortear para la construcción de una sociedad plena de derechos con una distribución democrática de bienes materiales y culturales.
Tener memoria, reflexionar sobre las consecuencias sociales del terrorismo de Estado, hacer Historia, son tareas que impactan sobre el rumbo de nuestro presente. Dejamos en claro que tenemos que impedir el resurgimiento del autoritarismo y las formas violentas de resolución de las tensiones que atraviesa nuestra sociedad. Estas tensiones no son otra cosa que la manifestación más palpable de cómo la dictadura moldeó nuestra vida social y económica.
Desde que el pueblo argentino recuperó la democracia hemos construido una sociedad diversa, plural, multicultural y heterogénea. Pero somos conscientes de que no vamos a obtener una sociedad moderna mientras convivamos con la terrible brecha desigualitaria en términos económicos y sociales y con las heridas abiertas por las violaciones de derechos humanos realizadas por el Estado terrorista. Ambas interpelan nuestra democracia día a día.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo que “Cuando está de veras viva, la memoria no contempla la historia, sino que invita a hacerla, más que en los museos, donde la pobre se aburre, la memoria está en el aire que respiramos. Ella, desde el aire, nos respira.”
Nunca más.