Gerardo Di Cunto concurre a su Tango Restaurante Bodegón en Mallorca sólo para cocinar y poder llevar diariamente las viandas en bicicleta casa por casa a ciudadanos sin recursos.
Todos los días ayuda a personas que están solas, algunas de ellas en aislamiento con coronavirus, con las que mantiene contacto por teléfono. Les alcanza la comida para el almuerzo y la cena. A veces deja las viandas en la puerta y otras en el ascensor. No les ve la cara o los saluda de lejos a través de la ventana, pero en esta situación tan especial están forjando una amistad cimentada en el compromiso con ser una mejor sociedad.
En diálogo desde España con la periodista Florencia Cordero en el programa Un Lugar en el Mundo de Radio Brisas, Gerardo Di Cunto habló a corazón abierto sobre la movilizante experiencia que empezó con una publicación en Facebook que se convirtió en una cadena de solidaridad.
“Hace 4 meses abrí el restaurante acá en Palma. Estaba viviendo en Suiza y estuve en varios países. Me fui de Argentina hace 8 años. Llegué acá con la expectativa de abrir un Bodegón y lo llevamos a cabo de una manera hermosa. Pero con el coronavirus todo se cortó y aquí estamos luchando”, contó Gerardo en su introducción.
Y continuó narrando la situación que lo llevó a protagonizar esta cruzada solidaria: “Pasé el invierno con el restaurante y empezaba la mejor época, pero cerraron los negocios por la cuarentena y es una situación económica muy especial. La gente no quiere delivery. Quiere su tiempo para comprar su comida. Por lo tanto, iba al restaurante a limpiar y acomodar cosas. Pero un día se me ocurrió ayudar a personas mayores que están solas en la isla y dar comida gratis a quien lo necesita”.
Así decidió Gerardo dedicarse a cocinar todos los días en su local, un rinconcito argentino en Palma de Mallorca, para armar las viandas que él mismo reparte con su bicicleta. “Mis empleados están de baja y estoy sólo. Primero hice una publicación y me llamaron dos personas. Después me contacté con la Asociación SOS Mamás y me dijeron que hay mucha gente que necesita. Ahora tengo diez personas a las que les llevó almuerzo y cena todos los días. Y los sábados llevo 40 almuerzos más. Estoy haciendo 200 comidas por semana repartiéndolas con la bicicleta”, detalló.
Pero el impacto emocional que recibe Gerardo se da a través de las historias y los mensajes que recibe de las personas que ayuda. En ese sentido, expresó: “De las personas a las que les reparto, hay cinco que tienen coronavirus. Y ese aislamiento total que tienen ellos es muy especiales. Es sentir el amor del otro”.
“Estaba preparado para cocinar, pero cuando empezás a recibir ese feed back con los mensajes de ellos es muy fuerte. A mí me hace replantear todo. Creo que toda «guerra» nos tiene que enseñar algo. Lamentablemente hay mucha gente que está muriendo. Es una lucha de amor y se puede ayudar de muchísimas maneras”.
“En este momento de la cuarentena hay muchos abuelos que sólo necesitan que alguien los llame por teléfono para charlar. Tiene que reflotar esto de la solidaridad, sentir el dolor del otro como propio y no pensar en cosas banales”.