Sobre la Editorial Municipal. Por Hernán Ronsino.
Es una gran novedad, siempre, la aparición del libro de un autor que estuvo macerando sus historias – casi como un artesano – en un tiempo genuino, un tiempo que no es el de la urgencia ni el del espectáculo. Me refiero a la publicación de “Una huella en el aire”, el libro de Diego Abragiano que recibió en 2015 el Primer Premio en el concurso anual que realiza, según ordenanza, la Editorial Municipal de Chivilcoy. El Jurado, compuesto por los escritores Elena Garritani, Ricardo Romero y Oliverio Coelho, dijo en la sentencia que se trataba de un libro que “presenta una prosa fluida y cuidada. Con una variedad de registros e historias que deja ver un universo rico. Un escritor con futuro que tiene una cuidada manera de relacionarse con lo que no se dice”.
Los cuentos de Abragiano transitan por diversos territorios pero van construyendo, con sutileza, y con un cuidado en la escritura, historias que exploran el territorio de la infancia y la memoria; historias, también, que trabajan muy bien los modos de la oralidad; historias que se abren con una fuerza perturbadora. Pero más allá de esos diversos escenarios y registros, construidos con mucho talento, la pregunta por la existencia, como plantea Raúl Barbalace en la contratapa, atraviesa el libro. El cuento “Brumana”, por ejemplo, es el que cierra el volumen y puede ser una buena síntesis de este planteo.
Editorial Municipal.
El surgimiento de la Editorial Municipal de Chivilcoy en 2011 tenía, entre sus objetivos, dispuesto por Ordenanza Municipal (6834), por un lado, convocar a concursos anuales para estimular la participación y la edición de las obras de autores chivilcoyanos. Algunos de los ganadores de los concursos anteriores, además de Abragiano, fueron María del Pilar Mastrantonio en el género poesía y cuento, Gustavo Tenaglia en género cuento, Elena Garritani en poesía, Mirta Santucci en ensayo, por ejemplo. (Es curioso que en la edición del libro de Abragiano no haya referencias al concurso que ganó en 2015).
Además de los concursos, la Editorial Municipal pretendía rescatar obras del patrimonio cultural de la ciudad – obras agotadas o caídas en el olvido – a través de reediciones que pudieran estar al alcance de los lectores, como fue el caso de “El pueblo de Sarmiento” de Birabent o “Argentino Galván” de Gaspar Astarita.
Este año, ya casi en septiembre, aún no han aparecido difundidas las bases de los concursos, ni sus categorías. Por eso, es de suponer, que este año 2016 no habrá convocatoria tal cual lo exige la ordenanza. Esa ordenanza tuvo, en su redacción, el apoyo y la participación de gran parte de la comunidad literaria – ordenanza que en algunos puntos fue discutida también y reformulada en 2014 (Ord. 7693) –.
Por eso mismo, se instala la pregunta por la continuidad de los concursos y por cuál será la política editorial de la nueva gestión. ¿Se transformará sólo en una editorial cartonera? Si es así, el debate hay que darlo o cambiar también la ordenanza. Porque más allá de las interesantes ediciones colectivas y en cartón, con convocatorias abiertas como “83” o la que saldrá en octubre y que está editando la Secretaría de Cultura, los concursos literarios y las reediciones anuales son la posibilidad que tienen los autores locales para publicar sus obras.
No creo que deban ser opciones antagónicas los concursos o las ediciones en cartón. Pueden convivir. Y hay que pensar, porque eso lo marca la ordenanza desde el 2011, a los concursos y a los rescates como política de estado más allá de los cambios de gestión.