Este dato da cuenta del nivel de informalidad de los beneficiarios. El panorama fue trazado por el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación.
Dos de cada diez habitantes cobraron el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el bono de que dispuso el gobierno nacional para trabajadores informales y monotributistas en el marco de la emergencia sanitaria por el Covid-19, siendo un total de 8.857.063 beneficiarios los que lo recibieron.
De dicho total, 4.934.657 fueron mujeres y 3.922.406 varones, de entre 18 y 65 años. Según datos de la ANSES, la suma de todos los beneficiarios representa el 19,5% de la población total del país, lo cual demuestra el nivel de informalidad, pues se trata de personas que no tienen un ingreso habitual de manera formal.
Desde el organismo previsional, consideraron que “es un escenario alarmante” ya que las causas “no obedecen exclusivamente a la situación extraordinaria de la pandemia mundial, sino que presenta rasgos estructurales”.
«La mayoría de la población beneficiaria alcanzada por el IFE no tiene la posibilidad de acceder a un empleo formal como consecuencia de una problemática estructural», se advierte.
A lo que se agrega que “sólo 826.195 beneficiarios/as (9,3%) tuvieron al menos un mes de trabajo en relación de dependencia formal en el período febrero 2019 a enero 2020 y en promedio percibieron una remuneración de $ 13.046 durante cuatro meses”.
En cuanto a la relación entre los beneficiarios y su localización geográfica, se señala: “Al analizar la penetración del IFE en las distintas provincias se observa una marcada focalización en aquellas que presentan los indicadores sociales que reflejan una mayor situación de vulnerabilidad”.
“A nivel promedio se ubica en 31,6%, tiene resultados superiores en provincias del Noreste y Noroeste y más bajos zonas patagónicas y Ciudad de Buenos Aires”, sostiene el estudio.
Asimismo, en términos de edad, la mayoría que recibió el beneficio tienen entre 18 y 24 años, y representan un 52%. Mientras, los que tienen entre 25 y 34 años son el 44%. Entre 35 y 44 años significan un 28%; entre 45 y 54 años un 21% y entre 55 y 65 años un 14%.
“Si bien el IFE surgió como una respuesta a la situación económica y productiva coyuntural que implica el aislamiento obligatorio, pone sobre la mesa problemas estructurales. En particular, expone cómo la desigualdad también es un factor amplificador de los efectos negativos de la pandemia. Las elevadas tasas de trabajo informal en el mercado de trabajo y la fragilidad de muchos sectores ante situaciones imprevistas quedan evidenciadas», se manifestó.