Si tuviésemos que evaluar el primer año de gestión de Guillermo Britos desde su perfil político previó a las elecciones de 2015, podríamos decir que ha sido coherente con lo que se esperaba de él. Tenemos un intendente que a pesar de haber dejado el uniforme en el placar, hace ya varios años, mantiene la impronta de un comisario en su accionar. Tanto en la forma de conducir “la tropa”, como en la centralidad en que ha colocado el tema Seguridad durante este período de gestión. De por si eso no parece malo, solo que ha dejado de lado tantos temas urgentes para nuestra ciudad.
Desde el “Mapa vecinal delictivo” presentado a principio de año, pasando por las redadas a jóvenes en las plazas, las 400 nuevas cámaras de control, los lujosos vehículos y equipamiento para la guardia urbana, la reapertura de la comisaría del centro, el desmesurado y peligroso, operativo de control motorizado a cargo de encapuchados exhibiendo armas de grueso calibre, hasta los flamantes 113 nuevos policías. En su mayoría jóvenes provenientes de familias trabajadoras que vieron una salida laboral, rápida y segura en tan solo seis meses, y que ahora portan un arma (¿preparados para usarla?). Inmensos carteles de publicidad en avenida Mitre y Ruta 5 ratifican estos comentarios. A pesar de todo ello, la inseguridad en nuestra ciudad no ha disminuido. ¿Sera que no viene por ahí la solución?
La preocupación y centralidad en este tema que, a pesar del millonario gasto público y la batería de medidas no parecen cambiar los índices delictivos, conllevan a la carencia de gestión en otras áreas. De muestra basta un botón: a días de la navidad, Guillermo Britos saludaba a los nuevos policías, al tiempo que los trabajadores municipales de la salud, agremiados en CICOP, reclamaban por la incorporación del personal a planta, el aumento salarial y bonos de fin de año para enfermeros, profesionales y trabajadores del hospital. La respuesta de Britos fue que el reclamo era imposible de solventar, a pesar de abrir una perspectiva de negociación para el próximo año, después de una extensa jornada de lucha. Seguridad no solo es tener más policías y más control. Seguridad es también tener una guardia hospitalaria eficiente y de calidad. Seguridad también es tener agua potable, con presión y sin arsénico.
Nuestro balance lo hacemos desde una visión inclusiva en la que creemos, donde para forjar una COMUNIDAD, el centro debe estar puesto en las oportunidades y la costura del tejido social. Por eso hubiésemos deseado que, en su arranque de gestión, en lugar de un nuevo “ejército” policial, hubiese ejércitos de trabajadores sociales, de médicos comunitarios, de educadores y profesionales, recorriendo los barrios, evaluando las necesidades urgentes, en materia laboral, habitacional, de vulneración de derechos a la niñez, de protección a las mujeres que sufren violencia, de educación sexual para los adolescentes, de organización comunitaria, para crear espacios de participación y romper con la separación entre Estado y Comunidad.
Claramente Britos tiene otra y vino a hacerse cargo del por qué una gran parte de la sociedad lo votó. Quizás la seguridad y la corrupción hayan sido sus caballitos de batalla, que sin duda son temas importantes. Seguridad no lograda y una corrupción que sigue ligada a la vieja política que no le interesa desmontar. Nuestra participación en la toma de decisiones como ciudadanos puede transparentar la política, haciéndola nuestra y no de unos pocos. Ojala el 2017 nos encuentre debatiendo y proponiendo otra ciudad, esa que muchos soñamos y que aún falta construir.
Un año de Britos. Los problemas urgentes no resueltos
Agrupación Patria Grande