“Supe de la revolución en mi país y, al abandonar mi fortuna y mis esperanzas, sólo lamentaba no tener más para sacrificar al deseo de contribuir a la libertad de mi patria”. Esas palabras fueron pronunciadas por el General José de San Martín en 1817, durante la víspera de la campaña libertadora que lo llevaría a cruzar la Cordillera de los Andes.
El 17 de agosto, día en que se recuerda el fallecimiento de San Martín, es una ocasión propicia para evocar su esfuerzo y compromiso. Fue un hombre que decidió abandonar los honores y la comodidad de una carrera militar ya consolidada al servicio del ejército español (que supo merecer enfrentándose a las fuerzas napoleónicas), para volver y luchar por un mejor futuro para sus compatriotas.
Padeciendo de asma y otros problemas de salud, cruzó los Andes para consolidar la independencia argentina y terminar con la presencia realista en Chile y Perú.
No obstante, más allá de sus méritos militares –que en nuestras tierras comenzaron en la recordada Batalla de San Lorenzo, en 1813- es importante evocar otros aspectos de su personalidad.
San Martín era un amante de los libros. Estaba convencido de que la libertad se alcanzaría con las armas, pero sólo podría consolidarse a través de la educación.
“Las bibliotecas, destinadas a la educación universal, son más poderosas que nuestros ejércitos para sostener la independencia”, afirmo en su momento. Así, cruzó los Andes con una enorme cantidad de libros a cuestas. Creó bibliotecas en Mendoza y Santiago de Chile, y fundó la biblioteca nacional de Lima, en Perú.
Hoy, a 174 años de su fallecimiento, tenemos la responsabilidad de mantener vivo ese pensamiento.
Que este 17 de agosto, el recuerdo del Gral. San Martín sea un faro que oriente todos nuestros esfuerzos cotidianos para construir, día a día, un país, una provincia y una ciudad mejor.