María Eva Duarte de Perón, Evita, nació un 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, provincia de Buenos Aires.
Esa mujer, quien a fuerza de coraje y principios se convirtió en uno de los cuadros políticos más influyentes de su época, trabajó incansablemente junto a otras mujeres dirigentes para promulgar el voto femenino en la Argentina y nunca abandonó su militancia junto a sus “descamisados”.
“De nada valdría un movimiento femenino en un mundo sin justicia social”, decía siempre Evita y por eso trabajaba días enteros en la sede de su Fundación resolviendo y atendiendo los problemas sociales más urgentes. Desde allí se construyeron hospitales, asilos y escuelas; se formaron las colonias de vacaciones para los más chicos y se dieron millones de becas para estudiantes y ayuda para la vivienda propia. Además, ella fue el nexo y la constructora permanente del diálogo entre los sindicatos y el gobierno de Perón. Participaba en asambleas, en reuniones sindicales y también discutía con los dirigentes gremiales cuando había un paro o un conflicto sindical.
Y a pesar de que aquella mujer no ocupaba ningún cargo en el Gobierno cuando la muerte la encontró, con apenas 33 años, ella era una pieza fundamental de la construcción política que lideraba el general Juan Domingo Perón, su marido y gran amor. Su trabajo y su conducción de “los trabajadores y los descamisados” fueron el pilar de su gestión social y el principal nexo con las masas populares recientemente incorporadas a la vida política.
Durante la última etapa de su agonía, escribió “Mi mensaje”, donde decía: “Quiero vivir eternamente con Perón y con mi Pueblo. Esta es mi voluntad absoluta y permanente y será también por lo tanto cuando llegue mi hora, la última voluntad de mi corazón. Donde esté Perón y donde estén mis descamisados allí estará siempre mi corazón para quererlos con todas las tuerzas de mi vida y con todo el fanatismo de mi alma”.
Así pensaba su muerte María Eva Duarte de Perón. La compañera Evita. “Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo. Y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria”, dijo frente a miles de personas en uno de los últimos actos en que tomó la palabra.
Ciento cinco años después de su nacimiento, esa voz aún resuena en esta Argentina castigada por el ajuste, el desempleo y el hambre. Su imagen sigue vistiendo banderas y estandartes de todos aquellos trabajadores y trabajadoras, mujeres, hombres y jóvenes que creen en una Argentina y una América libre, justa y soberana.
Sebastián García.