La reiteración de incendios en predios donde se arrojan residuos volvió a encender las alarmas en distintos barrios. Vecinos reclaman controles, clausuras y medidas firmes mientras los bomberos enfrentan operativos cada vez más exigentes. Agrava la situación la llegada del calor.

Imagen ilustrativa | Generada con IA
El humo comenzó a levantarse a media tarde y, en pocos minutos, el fuego ya había tomado fuerza entre las ramas, troncos y cubiertas acumuladas en el basural de 123 y Suipacha el viernes pasado.
Hasta allí llegaron cuatro dotaciones de Bomberos Voluntarios, que trabajaron durante más de tres horas para controlar las llamas que avanzaban rápidamente, favorecidas también por el calor intenso de la jornada. Maquinaria municipal se sumó al operativo para remover el material combustible y evitar nuevos focos.
El oficial Esteban Genaro explicó que, en un momento crítico, el viento obligó a modificar la estrategia para proteger dos casas linderas que estaban en riesgo. “El comportamiento del fuego cambió por las ráfagas, así que tuvimos que reordenar el ataque para cuidar las viviendas”, señaló.
No fue el único episodio del fin de semana. Ayer por la noche, otro incendio se desató en un predio ubicado en la calle 1, también utilizado como depósito informal de residuos. La repetición de estos siniestros volvió a encender el malestar en el barrio.
“Siempre lo mismo con ese basural, los bomberos se cansan de ir. Tienen que clausurar ese lugar y poner custodia policial. Al que vaya a quemar, que le cobren una multa, otra solución no hay”, reclamaron los vecinos del lugar.
Los basurales a cielo abierto siguen siendo un punto crítico en distintos sectores de la ciudad; esta situación se ve afectada por el calor, la acumulación de residuos y la presencia de material fácilmente inflamable que convierten a estos predios en focos de riesgo permanente.








