POLICIALES
[Punta Lara] El joven de 22 años tiene antecedentes por robo y quedó a solas con la niña de 9 meses después de que su pareja salió a hacer unos trámites. La nena fue trasladada al hospital ya sin vida. Los vecinos quemaron la casa.
La muerte de una bebita de apenas 9 meses conmueve por estas horas a toda la Región, ya que los médicos que la asistieron en el centro de salud a donde ingresó ya sin vida, observaron que tenía signos de abuso en sus genitales. Los forenses confirmaron más tarde la sospecha, informaron fuentes policiales.
Por el caso está detenido su padrastro, un joven de 22 años que tiene antecedentes penales por robo.
Por lo que se sabe hasta ahora el aberrante episodio habría sucedido en un predio de 3 entre 126 y 128, en Punta Lara, en cuyo frente hay una casa donde residía un matrimonio y en los fondos una pieza precaria, en la que hasta ayer convivían Jhonatan Sosa, de 22 años; su mujer, Maira Natali Amaya, de 21, y la hijita de ella, Sarai Ailen Amaya, de 9 meses. Antes de que cayera la noche los vecinos se encargaron de que el lugar quedara inhabitable.
Maira contó a los policías que ayer a la mañana salió muy temprano junto a su suegra porque debía ir a hacer unos trámites a las oficinas de la ANSES y decidió dejar a Sarai al cuidado de su pareja, ya que “todavía no se había recuperado de una afección en los pulmones y el día estaba muy feo”, reveló un investigador.
Según el relato de Raúl Alberto Sosa (45), cerca de las 10 de la mañana su hijo Jhonatan se presentó en su casa pidiendo que lo ayudara porque “la beba no respiraba bien”. Con un vecino que prestó su camioneta, los tres hombres trasladaron a la niña hasta el centro de salud de Almirante Brown y 92, donde los médicos advirtieron que prácticamente no tenía signos vitales.
Pidieron de urgencia una ambulancia para llevarla al hospital Cestino, en cuya guardia le practicaron las maniobras de resucitación, sin los resultados que todos esperaban: la beba ya estaba muerta. Sin embargo, el dato más terrible lo aportaron un rato después los médicos que la revisaron y observaron en su cuerpito gravísimas lesiones genitales y anales que denunciaron a la Policía, según la información oficial.
SOSPECHAS Y CAPTURA
Al hospital concurrieron efectivos de la comisaría Segunda de Ensenada, del Gabinete de Delitos Sexuales de la DDI La Plata y funcionarios de la Secretaría de Seguridad del municipio de Ensenada, conscientes todos de la gravedad del caso.
Instructores de la fiscalía en turno también acudieron a la escena y la causa fue caratulada, en un principio, como AVERIGUACIÓN CAUSALES DE MUERTE. Para entonces el padrastro ya no estaba en el hospital, de modo que se dispuso su captura preventiva. Los policías que fueron a buscarlo a su casa se enteraron de que allí tampoco estaba, por lo que se desplegó un operativo cerrojo por la zona. Interrogaron a una vecina a la que le pidió el teléfono. Y visitaron varios domicilios de conocidos. El muchacho no aparecía.
Poco antes de la 1 de la tarde lo capturaron en 126 entre 9 y 11, circulando en su bicicleta en dirección a diagonal 74. “Ya sabía que la nena estaba muerta y no supo explicar por qué se había de la casa”, comentó un pesquisa. Mientras tanto, a la madre de Sarai la localizaron en el ANSES, junto a la suegra.
Todos terminaron en la comisaría de Punta Lara, para escuchar sus testimonios. “La madre incurrió en algunas contradicciones”, se supo de voceros con acceso a la causa.
Al cuerpo de la niña, en tanto, lo trasladaron a la morgue para que ayer mismo le hicieran la autopsia.
Los médicos forenses confirmaron que presentaba lesiones anales y establecieron como causal de muerte un paro cardiorrespiratorio por trauma abdominal. La causa se recaratuló como VIOLACIÓN SEGUIDA DE MUERTE, delito que contempla la pena máxima y por el que hoy indagarán a Sosa.
En la vivienda de los Sosa, peritos de Científica y del Gabinete de Homicidios de la DDI hicieron una serie de peritajes, mientras la noticia corría de boca en boca y de casa en casa, a la misma velocidad con la que los vecinos se iban arremolinando en torno a la escena. Sobre la calle de tierra, cada vez más cerca. Hasta que uno tiró el primer cascotazo. Entre eso y el incendio, transcurrieron unos cuantos minutos. Los policías que habían quedado custodiando el lugar se replegaron, a la espera de refuerzos.
Para cuando cayó la noche, en el terreno del horror no quedaban más que algunas paredes, chapas negras y humo. [Fuente: Diario El Día]