Con la presentación de Daniel Muchiut, curador del espacio Fotogalería 22, quedó formalmente inaugurada la muestra “Mapuche, el retorno de las voces antiguas” de Pablo Piovano en la Fotogalería 22. Es un trabajo fotográfico, periodístico y audiovisual en proceso, tras cuatro años de recorrido por diferentes comunidades mapuches a un lado y otro de la cordillera de los Andes. A su vez, la exposición fue complementada con dibujos de Aurora Antonelli.
En este marco, el fotógrafo contó: “Fue un trabajo largo, en el que fui aprendiendo cosas que estaban muy lejos de mí y que se volvieron muy cercanas e íntimas. Hace cinco años llegué a Temucucui, Chile, donde hay un pueblo ancestral que está recuperando su cultura y terminé muy cerca de una guía espiritual, en su lucha en defensa del agua”.
“Llegué el día que asesinaron por la espalda -los carabineros- a Camilo Catrillanca, su funeral duró tres días; había casi 5000 mapuches de todos lados para despedirlo. Fue un camino difícil porque es un pueblo que está siendo perseguido, que tiene a muchos de sus líderes encarcelados, que viven en la clandestinidad”, amplió.
En cuanto a su trabajo en la comunidad, explicó: “Muchos tenían desconfianza por mi llegada, pero me sirvió como una buena dosis de humildad, porque, por ejemplo, fotografiar a una abuela lleva más tiempo que fotografiar a un ministro en Argentina, y sin la confianza nada funciona. Eso se fue construyendo con los años de amistad, respeto y mucho cariño al final”.
En este sentido, remarcó: “Necesitaba que descubrieran que no había nada maligno en mí, sino que intentaba acompañarlos; para mí la defensa del agua es una causa muy importante” y agregó: “Empecé este trabajo en 2018, si bien considero que todavía no está cerrado, creo que ya es tiempo, aunque a veces cuesta cerrar estos ciclos”.
Sobre el premio World Press Photo, que en 2018 lo seleccionó como uno de los seis talentos de Sudamérica, sostuvo: “La difusión que tiene el premio hace que el trabajo cumpla su propósito y llegue a lugares que no imaginamos para poder romper fronteras, además de que, en lo personal, como fotógrafo, estoy muy agradecido”.
Por su parte, Antonelli expresó: “Con Pablo, nos encontramos en Roma, donde conoció mi lugar de trabajo y después de muchos años me buscó para pedirme que haga dibujos en lápiz de las plantas que tienen los mapuches para su medicina” y concluyó: “Dado que soy bióloga me interesó muchísimo porque descubrí plantas medicinales nuevas, que no conocía en absoluto”.
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