De inmigrante sólo tenía el nombre. Otto Krause nació en Chivilcoy y se formó en Buenos Aires. Se recibió de ingeniero y fue pionero de la educación técnica.
Muchos piensan que fue un inmigrante más de los tantos que llegaron a la Argentina en busca de un mejor horizonte. Pero era bien argentino, porque nació en Chivilcoy el 10 de julio de 1856, cuando esa actual ciudad del Centro Oeste de la provincia de Buenos Aires era apenas un caserío. En esa zona de la Pampa húmeda, a 160 kilómetros de la Capital Federal, fue donde se radicaron sus padres en 1851, cuando arribaron desde Alemania. Fue allí donde el chico (el segundo de cinco hijos del matrimonio de Carlos y Leopoldina) comenzó a conocer el uso de las máquinas en las tareas rurales. Y también fue en ese lugar donde descubrió algo que lo marcó por mucho tiempo, tanto que su trabajo se relacionó por años con aquella experiencia. El hecho ocurrió en 1866, cuando Otto Krause, con apenas diez años, vio la llegada del Ferrocarril del Oeste a Chivilcoy.
Otto Krause era el segundo hijo de la familia de Carlos Augusto Krause y Leopoldina Paschassius. La mayor de los hermanos era Elisa. Y a Otto lo seguían Julio y los mellizos Domingo y Faustino, cuyos nombres sus padres eligieron tras una visita que el luego Presidente Sarmiento hizo a Chivilcoy. Allí se promovió la creación de una escuela y los padres del futuro ingeniero tuvieron activa participación. Sin embargo, después la familia Krause se radicó en la ciudad porteña y el chico hizo el secundario en el Nacional Buenos Aires. Pero la culminación de sus estudios llegó en 1879 cuando el muchacho ya había cumplido los 23 años: se recibió de ingeniero civil en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, con una tesis sobre las condiciones de tracción en los ferrocarriles.
A partir de ese título, Krause empieza a trabajar como ayudante de la Sección Ingenieros en obras del Ferrocarril Oeste. Después, lo trasladan a Tucumán para proyectar y realizar la prolongación del ferrocarril hacia Salta. En 1884, el hombre se hace cargo de la cátedra de Máquinas a vapor, bombas y grúas en la Escuela de Ingeniería de Ciencias Físico Matemáticas y Naturales. Mientras tanto desarrolla importantes proyectos en los talleres de Once de los ferrocarriles, así como otros proyectos de importancia. Como premio a su trabajo recibe una beca para ir a Europa a estudiar nuevas tecnologías y traer maquinarias para el país. En 1892 propone distintas acciones para instalar fábricas en la Capital Federal.
Pero la mayor obra que generó Otto Krause y que aún mantiene su vigencia fue la que realizó en 1899 cuando propuso la creación de la Escuela Industrial de la Nación, hoy Escuela Técnica N°1, que lleva su nombre. La escuela comenzó a funcionar el 17 de marzo de 1899. Pero el edificio que ocupa la manzana de Paseo Colón, México, Azopardo y Chile se inauguró el 24 de mayo de 1909, después de más de cuatro años de trabajos para su construcción. El terreno pertenecía al Estado Nacional. El diseño estuvo a cargo de la Inspección General de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas. Entre 2008 y 2014 se realizó una importante restauración y remodelación para actualizar las instalaciones.
Al momento de su inauguración las especializaciones de la escuela eran Mecánica, Química y Construcciones. Luego se agregó Electricidad y con los años Computación y Electrónica. En ese momento Otto Krause (en su condición de director) hizo un elogio de los profesores por el esfuerzo que habían realizado para que la escuela se mantuviera desde 1899. Dijo que ellos habían trabajado “dando 12 horas de clases semanales por exiguos 131 pesos por mes”. También hizo una importante declaración: “El problema de la Enseñanza Industrial no afecta sólo a la cultura de un pueblo sino también, y muy principalmente, a su Economía”.
Por el Otto Krause, como se conoce a la centenaria escuela industrial, pasaron muchos argentinos que luego se destacaron en la vida pública del país. Entre ellos se puede mencionar al ingeniero electricista y pionero de la aviación Jorge Newbery (fue profesor); al arquitecto Alejandro Bustillo; al científico especializado en energía nuclear Gregorio Baro y al arquitecto e ingeniero Francisco Salamone. También, hace algunos años, allí se recordó a 16 ex alumnos que fueron desaparecidos durante la última dictadura. De todas maneras, entre las muchas curiosidades del lugar hay una poco conocida: el edificio de Paseo Colón 650 fue durante varios años sede del Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER), creado el 16 de agosto de 1950. En el Otto Krause se dictaban las materias teóricas y las prácticas se hacían en distintas radios. Pero esa es otra historia.