Vivimos en un tiempo donde quienes, por arbitrio del destino o un golpe de suerte político, o tal vez por influencias que vienen de arriba o la importancia de significativos aportes económicos, terminan siendo por un tiempo los dueños de la lapicera.
Esa lapicera que en un café o algún living escribe en un papel quien queda adentro y quien queda afuera; quien va primero, segundo o tercero. Habilidad de tres o cuatro que coronados por sumisos obsecuentes del entorno con el don de “cintura política”, mantienen todavía cautivo a un pueblo entero y sus bases en el engaño y trampa de esta defectuosa y desvirtuada democracia.
En todos los partidos políticos y agrupaciones, han logrado dormir a las bases y militantes, quienes casi en inducción hipnótica van y vienen, participan en actos y avalan todo, se juegan por ideales que terminan siendo volátiles ante los intereses de los dueños de las lapiceras. Y así esperan estupefactos en todos lados los desdichados militantes, en todas las agrupaciones y partidos políticos, con ansiedad y sumisión extrema, que se pase lista para ver quienes quedan y quienes se van.
Los que están adentro y los que están afuera. Los que son leales y los que tildan de traidores. Y aquello que con la lapicera mágica se escribe es “palabra santa”. Y no termina todo allí, porque luego los reglamentos, leyes u ordenanzas que con aquella lapicera se dibujen, nadie podrá sugerir una coma o un punto menos.
Ni debatirla previamente a ser presentada. Y así, “a libro cerrado”, como comúnmente se denomina, todo va para adelante… y la democracia cada vez más abajo. Y lo más triste es que pueblo y militantes todos, siguen adormecidos en una prolongada siesta. Esperando. Espera sin respuesta desde cualquier lado. Desde cualquier sector. Hasta que el hartazgo y la angustia nos aniquile.
Y la única realidad y esperanza posible es un pueblo despierto, que tome la decisión de una vez por todas desde las bases y raíces a empuñar por sí solo la lapicera para escribir su historia, sus verdades y sentimientos, y dejar de esperar que discursos engañosos y promesas inciertas de igualdad, libertad y justicia, nos sigan doblegando y adormeciendo mientras – como a nuestros abuelos y padres – a nosotros se nos va también la vida.
Seamos partícipes en un futuro, para arbitrar medios donde en nuestra democracia, nuestra voz se oiga y que elijamos desde el llano a quienes nos representan.
Que el pueblo empuñe de una vez por todas sus lapiceras, y empiece a escribir por sí solo su propia historia.
Guillermo R. Pinotti
Pinotti…..mira si las lapiceras hablaran……..la tuya seria un discurso de fidel castro!!!!!!
Pino….déjate de joder y pensa con que lapicera fuiste copncejal vos.
Cuanta razón tienes,Guillermo, estas PASO,demuestran la inutilidad del sistema,partidos politicos desaparecidos,gente que en algunos caso ni conocemos,todo elegido a dedo,como vos decis mejor,¡¡¡ A LAPICERA !!!