Con un sonido propio y potente, Nicolás Muchiut repasó clásicos del rock nacional y temas propios en el Teatro El Chasqui, demostrando una identidad artística que se nutre del compromiso político y las raíces chivilcoyanas.
Nicolás Muchiut y su banda (Leandro Torlo en bajo, Lucas Galante en batería, Jesús Sinatra en guitarra, Santiago Amar en percusión, Federico Ratto en voces) llevaron al escenario lo mejor de nuestro rock nacional: Charly García, Fito Páez, el Flaco Spinetta, Cerati. Sin embargo, lo hicieron con nombre propio: Muchiut trae, acerca; pero no se parece a nadie.
Quizás, porque no teme usar más que una sola nota (Fito, te queremos), sino todo lo contrario: ubica la base entre la batería y el bajo, tipo pared, rockero y sólido; con la frescura particular de la percusión. Las guitarras combinadas, sobrias. A la vez, el piano de Nico tiene la particularidad de equilibrar lo clásico y melódico con lo disonante, con cortes y acentuaciones que te vuelcan el corazón.
Quizás, también, por la fuerza de Chivilcoy, el pueblo, en su obra, que opera como un personaje más: las visuales y la iluminación, en una coordinación coreográfica con la música, dieron cuenta de cómo el territorio se ordena y se derrama en sus letras; de cómo el paisaje pálido, los personajes de nuestra ciudad, las texturas y los colores, los silencios y su pulso, forman una pieza clave y singular en su composición.
Al mismo tiempo, Muchiut no le esquivó al compromiso político: su versión de Alicia en el País con Rocío Palazo, en este contexto social y cultural, intuyo que no dejó a nadie indiferente, caló en la memoria escénica. En este sentido, Nico dijo algo muy lindo, que me parece igualmente político e importante rescatar, en relación a sus invitados: que subía al escenario a gente querida, a amigos. A quienes también se dirigió con afecto en diferentes momentos del show para agradecerles y para reconocerlos. Ellos fueron: Rocío Palazo y Julián Amar en voces, Julián Muchiut en batería, Ignacio Viano y Cristian Fagan (oriundo de Rawson) en guitarra, Nicolás Benaghi en bajo.
Poner en relieve y en valor la memoria política, la amistad, los afectos que nos sostienen, nuestro territorio, las personas que nos formaron, me parece un ingrediente que le aporta un valor diferencial a un artista que irradia la ilusión de que todavía quedan músicos comprometidos con la música y su lugar en nuestra cultura nacional.