Ana Laura Suárez, abogada, profesora, integrante de la comisión de educación de Emilio Monzó en Chivilcoy.
En estos días no paramos de escuchar hablar de la educación presencial, de la educación virtual y cada uno manifestara su postura, pero hay una realidad en toda la Provincia de Buenos Aires, las clases están alternadas con una semana de presencialidad y otra de virtualidad, ya que los estudiantes están divididos en “burbujas” de acuerdo al protocolo.
Y también va a suceder en algún momento, aunque queremos que sea lo más lejano posible, y que se decida sobre la base de datos científicos, que las clases serán un tiempo virtual, como está ocurriendo a nivel mundial.
Y acá en la virtualidad se nos presenta el gran problema, al igual que el año pasado, la accesibilidad a la educación de gran parte de la población. No hay en el marco de la Provincia de Buenos Aires una planificación de políticas públicas para atender las desigualdades sociales, en torno a las barreras de accesibilidad que se plantean, y los más afectados en esta falta de acceso son quienes viven en condiciones de vulnerabilidad, y quienes, aun teniendo acceso a internet o dispositivos no cuentan con el acompañamiento suficiente para lograr ejercer plenamente su derecho a la educación, pasa tanto con niños, adolescentes y adultos.
Existen en todo el país 6,1 millones de niños y niñas afectados, ya que como todos sabemos la línea de pobreza va a en aumento y a los que más atañe es a los más pequeños. Esto conlleva también a la deserción escolar que va en aumento.
En tal contexto resulta de suma importancia poder sostener el proceso educativo promoviendo distintas formas en tanto estrategias, alternativas o herramientas que permitan la plena integración e inclusión de quienes necesiten conectividad, pero también acompañamiento.
La pandemia ha generado una serie de transformaciones, que han tenido y tienen un impacto cultural, social, económico y material, que pone de manifiesto la cuestión social, donde se agudizan aún más las desigualdades.
La realidad es que, en la provincia de Buenos Aires, aunque haya presencialidad es alternada con la virtualidad, y es aquí donde reside el gran desafío, de cómo promover y sostener una práctica educativa, desde la inclusión y la integración, en tiempos de pandemia.
Tenemos que crear puentes y romper estas barreras que se nos presentan, dialoguemos, intercambiemos opiniones, construyamos políticas y planes a través del consenso, nos espera transitar todo el año bajo estas circunstancias, la política debe adelantarse a los hechos y la educación es la mejor inversión que puede hacer una sociedad.