No recuerdo, a lo largo de la historia nacional, desde los orígenes del proceso de conformación del Estado, un proceso de fragmentación política semejante al estado actual de la República Argentina.
La fragmentación posterior a la llamada Revolución de Mayo de 1810, siempre estuvo atravesada por la presencia de liderazgos que, más allá de sus identidades claramente feudales, creaban una malla, un entramado de representatividad política a través de la cual se pudo anclar la historia de los partidos políticos en la Argentina.
Aún un ideario epocal promonárquico no obstaba la construcción de la representación política en tiempos del surgimiento de los Estados liberales -no democráticos ni socialmente justos- sólo liberales en materia económica y no monárquicos desde lo político.
Ni siquiera las Dictaduras Militares que asolaron todo el siglo XX en Argentina pudieron romper con la naturaleza identitaria de ese mallado de representatividad política que siempre conservó su acervo feudal y caudillezco.
Sin embargo, las dirigencias políticas al cabo de 40 años de democracia, cultivando todos los males del caudillismo feudal, impidieron el surgimiento de un nuevo semillero de liderazgos políticos que pudiera sustituir al genocidio de los 30400 desaparecides; en su lugar instaló una lógica perversa de corrupción que alguna vez tuvo cierto grado «ecológico» en la relación costo-beneficio del sistema Sociedad-Estado.
Conforme la ciudadanía se degradó en capacidad de control político y los agentes de poder concentrado fueron sustituyendo el juicio crítico de las masas, las dirigencias políticas, gobierno a gobierno, fueron tomando el poder a través del voto popular para ejercer los cargos después por asalto.
Así el resentimiento de las relaciones entre la ciudadanía y las dirigencias políticas de toda bandera fue inevitable.
Las maniobras de retención del voto popular, desde la manipulación de las necesidades básicas hasta la institucionalización de las P.A.S.O, no nos salvaron de ir progresivamente cayendo en manos de la derecha conservadora entreguista de todos los tiempos.
La oclusión del surgimiento de liderazgos alternativos de cepa popular, asesinados en una política nacional donde por 40 años todo ha girado en torno a las internas del Partido Justicialista, vació a la Nación de oportunidades nuevas, de líderes forjados en la defensa irrestricta de los Derechos Humanos y la Democracia, de liderazgos asociados a la defensa del Estado Solidario en pluralidad ideológica por parentesco de origen popular, como prometió y nunca cumplió el Frentismo.
La tan mentada Unidad para resistir el avance de la derecha conservadora, sólo tiró del barco a nuevas figuras capaces de sostener el mallado transhitórico de la representatividad política, en su lugar una cultura dinástica, más propia del siglo XVIII que del XXI, pretendió ser la alternativa y la corrupción inherente a cualquier poder despótico, acabó de corroer las bases de la representatividad política.
El vacío en materia de poder, desde la fenomenología social no es posible, por ello, la caída, la caída libre y despiadada de la ciudadanía en manos de la ultraderecha conservadora que tiene al mundo al borde de una tercera guerra mundial se volvió real y en ese escenario por primera vez la Argentina No Es NEUTRAL.
Me da terror cuando me leo escribiendo esto, luego de pasar 34 años como profesora de Historia enseñando que Argentina siempre fue neutral, pacifista y referencia internacional de gobiernos que no atacaban los acuerdos históricos más importantes alcanzados por el Pueblo de la Nación antes y después de 1983.
Milei vino a terminar el trabajo de la destrucción del mallado de la representatividad política y después de él y su cohorte fascista, entreguista y facinerosa, sólo nos queda el precipicio o la alienación de obligarnos a creer en un nuevo llamado a la unidad para cambiar, otra vez, de dinastía.
Atroz.
María Laura Razzari
Feminista Descolonial
Concejala Mandato cumplido Banca Feminista Independiente de Chivilcoy
10 de octubre de 2024
Yo lo que no recuerdo en mis 55 años es gente más chorra que los K, corrupción a la máxima.
Nota atroz, lamentablemente está tipa.
1. Lenguaje exagerado: El tono apocalíptico y emocional excesivo resta seriedad al análisis
2. Simplificación histórica: Se presentan ideas reduccionistas como la caracterización de los liderazgos feudales y la neutralidad histórica de Argentina, sin considerar matices importantes.
3. Generalización excesiva: Se culpa a las dirigencias políticas en general, sin diferenciar actores o procesos específicos que contribuyeron a la situación actual.
4. Falta de evidencia concreta: Las afirmaciones no están respaldadas por ejemplos claros o evidencia, debilitando el argumento
5. Visión maniquea: La polarización entre «izquierda buena» y «derecha mala» ignora las complejidades y matices dentro de ambos espectros políticos
En síntesis… Cháchara…
Atroz es leer esta nota
1. Lenguaje exagerado: El tono apocalíptico y emocional excesivo resta seriedad al análisis
2. Simplificación histórica: Se presentan ideas reduccionistas como la caracterización de los liderazgos feudales y la neutralidad histórica de Argentina, sin considerar matices importantes.
3. Generalización excesiva: Se culpa a las dirigencias políticas en general, sin diferenciar actores o procesos específicos que contribuyeron a la situación actual.
4. Falta de evidencia concreta: Las afirmaciones no están respaldadas por ejemplos claros o evidencia, debilitando el argumento
5. Visión maniquea: La polarización entre «izquierda buena» y «derecha mala» ignora las complejidades y matices dentro de ambos espectros políticos
En síntesis… Cháchara…