El debate que se generó tras la nota publicada por este medio sobre la realidad de las bicisendas en la ciudad dejó en evidencia que el tema divide opiniones, pero también que existe un consenso general: las bicisendas no se están respetando como deberían.
A partir de los casi 200 comentarios que se expresaron en nuestras redes, se pueden identificar tres posturas principales sobre cómo abordar el problema.
- Los que piden eliminarlas
Una gran parte de los vecinos considera que las bicisendas no tienen sentido en las condiciones actuales. Argumentan que no se respetan y que muchos conductores las usan para estacionar o circular, mientras los ciclistas deben esquivarlos y ponen en riesgo su seguridad.
Para este grupo, mantener las bicisendas sin control es inútil, y la solución pasa por eliminarlas y repensar el tránsito desde cero.
“Sacarlas, si nadie las respeta”, escribió un vecino, resumiendo el sentimiento general de este sector.
“La verdad es que ya se están volviendo peligrosas. Las motos se creen con derecho absoluto a usarlas y en cualquier momento se llevan puesta una bicicleta. Ni hablar de los que tenemos la bicisenda frente a casa: entrar o salir del garaje es una odisea”, expresó otro usuario.
- Los que defienden mantenerlas, pero con control
En un segundo grupo se ubican quienes creen que las bicisendas son necesarias, pero que el problema radica en la falta de control y cumplimiento.
Plantean que el municipio debería reforzar la presencia de inspectores y aumentar las multas para quienes estacionan o circulan sobre ellas.
“Deben poner más control y hacer respetar las bicisendas, sobre todo en horarios escolares, alrededor de escuelas y jardines”, fue una de las frases más repetidas.
Para este sector, las bicisendas son una herramienta valiosa, pero requieren compromiso político y social para que funcionen.
“Falta educación vial… y también la Muni en esto está flojita. Si no se puede estacionar en la bicisenda, que multen o saquen los autos directamente, y nadie más va a estacionar ahí. Como se dice en la jerga popular: la culpa no es del chancho, sino del que le da de comer”, opinó otro vecino.
- Los que señalan un problema más profundo
Por fuera de la discusión práctica sobre mantenerlas o quitarlas, muchos vecinos fueron más allá: el problema no son las bicisendas, sino la cultura vial.
Este grupo hace hincapié en la falta de educación y empatía en las calles. Sostienen que, más allá de las normas o la infraestructura, la situación del tránsito refleja una crisis de convivencia.
“Falta educación vial. Falta empatía. Falta que se entienda que ‘bici’ significa bicicleta, no moto. Preguntar qué hacemos con las bicisendas es como preguntar qué hacemos con las veredas, por donde las motos también se mandan como si fuera la calle”, escribió una vecina.
Otra agregó: “El maleducado anda en moto, bici, auto o caminando. No se trata del medio de transporte, porque el mal educado, maneje lo que maneje, no va a respetar nunca nada. Acá falta educación y respeto por los demás”.
Algunos incluso propusieron repensar su ubicación, por ejemplo, colocarlas en la mano izquierda de las calles, y abrir un debate más amplio sobre cómo se planifica la movilidad urbana.
“Por empezar, ponerlas del lado que corresponde, que es a la izquierda de cada calle”, sugirió un vecino.
Un debate que vale escuchar
Más allá de las diferencias, el intercambio en redes muestra una comunidad que se involucra y opina sobre los temas que afectan su vida cotidiana.
Como medio, no buscamos decirle a las autoridades qué hacer, pero sí reflejar lo que los ciudadanos sienten y piensan.
Este debate puede leerse como una especie de plebiscito espontáneo, en el cual los vecinos expresan su visión sobre la ciudad que quieren habitar.
Porque detrás de cada comentario hay una experiencia cotidiana, una frustración o una propuesta que puede ayudar a construir una ciudad más ordenada, segura y empática.
A.V.





