¿Las pantallas nos dominan? Crece la preocupación por el uso del celular en la vida cotidiana
Un informe reciente de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires volvió a poner en agenda un debate cada vez más presente en la sociedad respecto al impacto del uso de las pantallas en la vida diaria, los vínculos y la salud. Bajo la pregunta “¿las pantallas nos dominan?”, el estudio reveló datos que reflejan una creciente dependencia del teléfono celular.
Según el relevamiento, el 36% de las personas encuestadas considera que tiene un uso problemático del celular, mientras que un 37% afirmó utilizarlo más de seis horas por día. En ese sentido, tres de cada diez consultados señalaron que el teléfono afecta negativamente su vida social, lo que da cuenta de cómo la tecnología atraviesa las relaciones personales.
La situación se vuelve aún más sensible cuando el foco se pone en niños y adolescentes, ya que el informe indica que el 69% de los adultos permite el uso del celular en estas edades, aunque el 43,2% reconoció que esta práctica impacta de manera negativa en el vínculo con ellos. En el ámbito educativo, el 69% de los encuestados manifestó que se utiliza el celular dentro de las escuelas, un dato que reaviva la discusión sobre su rol en los procesos de aprendizaje.
Al respecto, en el marco de este informe, el neurólogo infantil Mauricio Pedersoli advirtió sobre las consecuencias del uso excesivo de pantallas y fue contundente al señalar que se trata de “una tragedia en términos de salud pública, pero que sigue siendo evitable”. El especialista explicó que la gratificación inmediata que ofrecen los dispositivos impide tolerar el aburrimiento y genera una necesidad constante de estímulo: “No podés estar aburrido ni un segundo, porque tenés la gratificación inmediata de la pantalla. Y si no lo hacés, lo sentís como vacío”.
Pedersoli también destacó que Argentina se ubica entre los países con mayor cantidad de horas de pantalla durante el tiempo en que las personas están despiertas, ocupando el cuarto lugar a nivel mundial. “La pantalla libera una cantidad enorme de dopamina no natural, que genera un placer desproporcionado en comparación con actividades saludables de la vida diaria. Eso mantiene atrapado al cerebro”, explicó.
En esa línea, remarcó que el daño es doble: directo, por la modificación que produce en el cerebro, e indirecto, por el tiempo que les quita a experiencias fundamentales para el desarrollo, como la interacción con el entorno y con otras personas.
Para cerrar, el informe de la Defensoría del Pueblo subraya que el hecho de que casi cuatro de cada diez personas reconozcan tener un uso problemático del celular evidencia una preocupación creciente por la dependencia de las pantallas, con un impacto directo en la salud, los vínculos sociales, las relaciones laborales y la educación. Un diagnóstico que invita a repensar hábitos y a abrir el debate en la sociedad sobre el lugar que ocupa la tecnología en la vida cotidiana.
A.V.