Pese a que la asamblea dio el visto bueno a su creación, desde Suiza rechazan la reelección ilimitada del presidente, la cesión irrestricta de los derechos televisivos y sus órganos de gobierno.
A mano alzada, con 70 votos positivos y tan sólo uno negativo, la Asamblea aprobó ayer en Ezeiza la reforma de los estatutos de AFA para incorporar una Superliga sin un estatuto avalado ni formalizado. La decisión fue seguida muy de cerca desde Zurich por la FIFA, que podría objetar sus irregularidades y hasta vetar la nueva estructura del fútbol argentino. Lo haría la semana próxima, cuando entrará en funciones la comisión regularizadora.
La figura del arroz antes del casamiento en el registro civil que utilizó Claudio «Chiqui» Tapia para ejemplificar que no se festeja antes de tiempo contrasta con el habano que encendió Daniel Angelici luego de aprobarse la incorporación de la Superliga a los estatutos de AFA.
La reelección indefinida de su presidente, la cesión de los derechos televisivos sin un tiempo definido de la AFA a la Superliga, la constitución de sus órganos de gobierno y la conformación de su tribunal de disciplina unipersonal dependiente del presidente son cuatro de las trece objeciones de FIFA al borrador de estatuto, cuya versión definitiva deberá presentarse en los próximos días ante la Inspección General de Justicia (IGJ).
«De ninguna manera FIFA puede avalar este mamarracho. Luego de esta Asamblea habrá que revisar artículo por artículo del estatuto para ver si se puede llegar a un estatuto final adaptado a los estándares del fútbol internacional», le dijo a La Nación una fuente calificada con ascendencia en la entidad radicada en Suiza.
Luego del asado del martes a la noche en la sede del sindicato de Camioneros había quedado claro el acuerdo macro que determinaba que la Asamblea de ayer por la tarde sería un mero formalismo para aprobar no una Superliga sino un «acuerdo macro» de la misma, con especial hincapié en el reparto del dinero, la cuestión central.
Sin embargo, esta aprobación no fue unánime porque el presidente de la Asociación Rosarina de Fútbol, Mario Giammaría votó en contra y lo justificó en que era «la copia de un modelo como la Liga de España, que está en una crisis terminal». El histórico dirigente rosarino lamentó «la falta de una autocrítica profunda» por parte de los dirigentes del fútbol; y alertó sobre los peligros de convertir a los clubes en «sociedades anónimas deportivas».
La asfixia económica y la falta de fondos fue el principal motivo del abrumador resultado 70-1 (un resultado típico de la era grondonista) de una asamblea que dos días antes había pedido un receso y un cuarto intermedio cuando contaba con apenas 51 asambleístas, y estaba quebrada por diferencias tanto en el reparto de los fondos como en la representatividad en los órganos de gobierno de la Superliga.
Se aprobó la Superliga: el torneo tendría 30 equipos y comenzaría en agosto
El dinero fresco refiere fundamentalmente a los 2511 millones de pesos del Fútbol para Todos, que una fuente del Gobierno avisó, en diálogo con La Nación, que recién se harán efectivos en las arcas de la AFA cuando «el fútbol argentino tenga una fortaleza institucional y su funcionamiento esté normalizado».
La misma fuente reveló que las cuotas irán depositándose en la AFA con la comisión normalizadora designada por FIFA establecida y que luego la misma derivará los fondos a la Superliga.
Luego de aprobado el proyecto, mañana habrá un cónclave en Casa de Gobierno entre una delegación de AFA integrada por Hugo Moyano, Angelici, Tapia y Pablo Toviggino (el presidente del Consejo Federal), el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis; y el empresario Fernando Marín, estos últimos los responsables del programa Fútbol para Todos.
El objetivo será agilizar la negociación por el dinero y acercar una propuesta formal por los derechos televisivos del fútbol argentino de la empresa Turner, por 2800 millones de pesos más otros 800 como ‘llave en mano’, para buscar que el Gobierno equipare o mejore la misma.
Si bien la AFA padece hoy de una endeble institucionalidad, una Superliga objetada por FIFA, algunos de sus dirigentes investigados por la Justicia, todas las acciones, e incluso la Asamblea de ayer persiguen un solo objetivo: conseguir dinero para unas arcas hoy vacías.