En un mundo donde el avance tecnológico avanza a un ritmo sin precedentes, la estructura laboral y económica global enfrenta desafíos profundos. La automatización, la inteligencia artificial y la digitalización están redefiniendo no solo cómo trabajamos, sino también la disponibilidad misma de empleo. Este fenómeno, sumado a la creciente concentración de la riqueza en pocas manos, plantea una pregunta crucial: ¿Cómo garantizamos la supervivencia y la dignidad de todos los seres humanos en un contexto de transformaciones tan disruptivas? La Renta Básica Universal (RBU) emerge como una propuesta audaz y necesaria para abordar estos desafíos, no solo como una medida económica, sino como un imperativo ético y social.
El Desafío del Desempleo Tecnológico
El desarrollo de nuevas tecnologías ha traído consigo una paradoja: mientras que la productividad y la eficiencia aumentan, el empleo humano disminuye. Sectores enteros, desde la manufactura hasta los servicios, están siendo automatizados, dejando a millones de personas sin fuentes de ingresos. Según estudios recientes, se estima que entre el 20% y el 40% de los empleos actuales podrían desaparecer en las próximas dos décadas debido a la automatización. Este fenómeno no solo afecta a trabajos manuales o repetitivos, sino también a profesiones que requieren habilidades cognitivas, como la contabilidad, el derecho e incluso la medicina.
En este contexto, la RBU se presenta como una solución viable para garantizar que todas las personas tengan acceso a recursos básicos, independientemente de su situación laboral. Al proporcionar un ingreso mínimo garantizado, la RBU no solo mitiga los efectos del desempleo tecnológico, sino que también permite a las personas dedicar tiempo a actividades que contribuyan al bienestar social, como el cuidado de familiares, la educación continua o el emprendimiento creativo.
La Feminización de la Pobreza y la RBU
Uno de los aspectos más urgentes que la RBU puede abordar es la feminización de la pobreza. Las mujeres, especialmente aquellas que son cabeza de familia, enfrentan barreras estructurales que limitan su acceso al empleo formal y a salarios dignos. Además, muchas mujeres dedican una parte significativa de su tiempo al trabajo no remunerado, como el cuidado de niños, ancianos y personas dependientes, lo que las coloca en una posición de desventaja económica.
La RBU podría ser una herramienta poderosa para empoderar a las mujeres, proporcionándoles un ingreso estable que les permita tomar decisiones autónomas sobre sus vidas. Al garantizar un piso económico mínimo, la RBU no solo reduce la vulnerabilidad económica de las mujeres, sino que también contribuye a cerrar la brecha de género en términos de acceso a recursos y oportunidades.
La Concentración de la Riqueza y la Justicia Distributiva
En las últimas décadas, la riqueza global se ha concentrado en un porcentaje cada vez más pequeño de la población. Según Oxfam, el 1% más rico del mundo posee más del doble de la riqueza que el 90% de la población restante. Esta desigualdad extrema no solo es moralmente cuestionable, sino que también tiene consecuencias sociales y económicas devastadoras, como el aumento de la pobreza, la exclusión social y la inestabilidad política.
La RBU representa un mecanismo de redistribución de la riqueza que puede ayudar a corregir estas disparidades. Al financiarse a través de impuestos progresivos y la reorientación de recursos públicos, la RBU asegura que los beneficios del progreso tecnológico y económico sean compartidos de manera más equitativa. En un mundo donde todos somos, en última instancia, socios en la travesía de la vida, es imperativo que nadie quede atrás.
La RBU como Herramienta de Cohesión Social
Más allá de sus beneficios económicos, la RBU tiene el potencial de fortalecer la cohesión social y reducir las tensiones derivadas de la desigualdad. En un mundo cada vez más polarizado, donde las divisiones económicas, políticas y culturales se profundizan, la RBU puede actuar como un mecanismo de inclusión que promueva la solidaridad y el bienestar colectivo.
Además, la RBU puede liberar a las personas de la presión de aceptar trabajos precarios o explotadores simplemente para sobrevivir. Esto no solo mejora la calidad de vida de los individuos, sino que también fomenta un mercado laboral más justo y equitativo, donde los empleadores deben ofrecer condiciones dignas para atraer a los trabajadores.
Conclusión: Un Futuro más Justo y Humano
La implementación de la Renta Básica Universal no es solo una medida económica, sino un paso hacia la construcción de un futuro más justo y humano. En un mundo donde el empleo tradicional está en declive y las desigualdades se amplían, la RBU ofrece una solución práctica y ética para garantizar que todos los seres humanos tengan acceso a los recursos necesarios para vivir con dignidad.
Es hora de reconocer que la riqueza y el progreso son frutos del esfuerzo colectivo y, por lo tanto, deben ser distribuidos de manera equitativa. La RBU no es solo una política pública; es un compromiso con la justicia social, la igualdad y la supervivencia de nuestra especie en un mundo en constante cambio. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de asegurar que nadie quede excluido de los beneficios del progreso, y la RBU es una herramienta poderosa para lograrlo.
Horacio A Mazzini Leguizamón