La actitud de la barra brava de Chicago contra el presunto autor del crimen del futbolista «verdinegro» Rodrigo Espíndola.
En el barrio de Mataderos se habla de un juicio sumarísimo que ejecutó la barra del Club Nueva Chicago. Con el asesino de Rodrigo Espíndola.
Mucho antes de que la policía diera con el paradero del criminal, por los alrededores del club tenían todo resuelto.
«No era de la barra, era de la zona. Un ´chorrito´. Lo fueron a buscar, no estaba y le quemaron el vehículo. También rompieron todo donde vivía», contó un entendido al informante Polaco.
Su interlocutor reflexionaba que es terrible que sucedan cosas así, porque todavía quedaba un margen de duda acerca de la responsabilidad del vecino en cuestión.
Sin embargo, pronto dieron con él las autoridades. Y el apresado como sospechoso resultó ser el mismo al que le incendiaron el patrimonio.
Y Talleres no festejó en Floresta.
No se sabe bien a ciencia cierta qué fue lo que ocurrió con el festejo de Talleres de Córdoba en la cancha de All Boys.
Como se sabe, dieron vuelta el resultado en seis minutos reglamentarios más cuatro adicionados.
El horno estaba caldeado entre los locales, que necesitaban los tres puntos para el promedio y lógicamente, los consagrados estallaron con el pitazo final.
Ensayaron una ronda, dieron notas, entraron los suplentes. Todo era jolgorio, cuenta el informante Polaco. Mientras que el público se iba en forma pacífica, pero con rabia.
Sin embargo, quedaba pendiente la salida de la barra local. Que no se fue.
Intempestivamente aparecieron dentro del campo de juego muchachotes con camperones. Encararon a los de Talleres. Los de la barra bajaron al alambrado entre gritos amenazantes, cada vez más potentes.
De hecho abrieron un hueco y se disponían a saltar al campo de juego.
Ante ese cuadro, se detuvo abruptamente el intento de seguir con la ronda de los campeones. Que salieron raudamente hacia los vestuarios, desde donde sonaba insistentemente un silbato. ¿Qué habrá pasado dentro del campo? Lo saben los que vieron y oyeron.