La interna del peronismo en Chivilcoy atraviesa uno de sus momentos más tensos y desordenados en los últimos años. El reciente cierre de listas no solo dejó al descubierto la fragilidad de los acuerdos, sino que terminó de dinamitar cualquier intento de unidad. La prórroga solicitada refleja más un juego de intereses personales que una estrategia política pensada a futuro.
En el centro de la escena aparece nuevamente Coty Alonso, actual diputada nacional cuyo mandato finaliza este año. En lugar de dar un paso al costado, Alonso redobla la apuesta volviendo a postularse como concejal, cargo que ya ocupó en el pasado. El movimiento no parece casual ni inocente: es el primer paso de un camino que la tendría como candidata a la intendencia en 2025. Sin embargo, la gran pregunta es si su imagen —tras años en la política local y nacional— no está demasiado erosionada como para encabezar una propuesta que convoque más allá de su propio círculo de influencia.
Mientras tanto, quienes esperaban representar la renovación dentro del peronismo local quedaron completamente desplazados. La línea del Movimiento Derecho al Futuro del gobernador Axel Kicillof y encabezada en Chivilcoy por Luciano Dellepiane, fue excluida del armado final. La decisión no fue menor: es un gesto de fuerza que define claramente quién tiene el control del armado político y quién no.
Este escenario plantea un dilema más profundo: ¿se trata realmente de una interna o de una disputa por los últimos espacios de poder en un esquema agotado? La consigna de renovación quedó en un segundo plano.
Desde lo estratégico, la insistencia de Alonso puede leerse también como una muestra de que dentro del peronismo local aún no surgió una figura con suficiente fuerza para disputar el liderazgo real. Y mientras tanto, los nombres se repiten, las fórmulas se reciclan y la desconexión con una parte importante del electorado parece cada vez más difícil de revertir.
Lo que ocurrió en este cierre de listas es más que un episodio aislado: es la síntesis de un peronismo que no logra ordenarse, que pierde volumen político mientras acumula internas y que, de cara a 2027, se enfrenta al desafío de reconstruirse o quedar definitivamente a la deriva.
Coty no quiere agarrar la pala.