El embarazo, el parto y la crianza son temas que siempre han dado que hablar y despertado disímiles opiniones de amigos, familiares y extraños. En este momento del boom de los influencers, debemos pensar cómo nos situamos frente a este fenómeno.
El embarazo, el parto y la crianza siempre han sido temas que han despertado pasiones entre la opinión pública, esto se ha exagerado con las redes sociales y los blogs, que sumado al entorno social y laboral, muchas veces hace que, a pesar de que haya una vida hiperconectada, los padres sientan soledad.
Ocurre que los influencers cuentan sus experiencias como si fueran verdades universales y muestran “cómo lo hacen ellos”, sin embargo, eso no funciona ni tiene porque funcionarnos a todos. Estas imágenes idealizadas pueden afectar negativamente el bienestar emocional, en momentos que suelen caracterizarse por ser sensibles.
En general, se suele mostrar un estilo de vida idílico que puede generar ansiedad e incertidumbre; sumado a que también hay un bombardeo de información que muchas veces no resulta ser acertado para ese padre o madre. Esto también está relacionado con la necesidad de generar contenido diario y buscar likes, dando mayor prioridad a la imagen que se proyecta al exterior, que a las propias vivencias.
Hay que tener en cuenta que, además, las redes sociales se han establecido como un ámbito en que la información viaja rápidamente y puede ser publicada por cualquier persona con una conexión a internet, sin necesidad de verificación o revisión.
Si bien, de alguna manera, lo positivo es que pueden funcionar como una red de contención y apoyo a la hora de compartir experiencias y buscar ayuda ante ciertos problemas, también reinan las críticas y un falso ideal de perfección que despierta más inseguridades que certezas. Hay que tener presente que lo recomendable es hacer lo que mejor se pueda, aunque eso no siempre nos sume likes.
A.V.