Con un gran número de público presente, cerca de las 20:30 horas del día sábado se inauguró en la sala FOTOGALERÍA 22 del Museo de Artes Plásticas Pompeo Boggio, la muestra “Flores en la ESMA”, del fotógrafo Gabriel Díaz, en el marco del festejo de los 30 años de funcionamiento de dicha sala reconocida como uno de los íconos de la fotografía nacional, por la que han transitado los más destacados autores locales, nacionales e internacionales, convirtiéndose en un lugar “de culto” para los amantes de la fotografía.
“Flores en la ESMA” evoca a los niños nacidos en los Centros Clandestinos de Detención de la última dictadura cívico-militar argentina entre los años 1976 y 1983. Las fotografías fueron realizadas en el año 2015 en el predio de la Ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio donde funcionó una maternidad clandestina y se ejecutó el plan sistemático de robo y apropiación de bebés nacidos en cautiverio.
En síntesis, “Flores en la ESMA” es una metáfora de cómo la verdad y la belleza vencen al dolor y la oscuridad. Un homenaje de Gabriel Díaz a las Abuelas de Plaza de Mayo que siguen luchando, con amor y coraje, por recuperar a todos los nietos, de los cuales 400 aún permanecen privados del derecho a conocer su historia.
Cabe destacar que Gabriel Díaz nació en Buenos Aires en 1965. A comienzos de los años ´90 fotografió a los chicos de la calles en la ciudad de Buenos Aires y en 1995 recibió, por ese trabajo, el Premio Casa de las Américas en Cuba. En el año 2000 publicó el libro ´Muertes menores´ y en 2015 recibió en Gran Premio del Salón Nacional de Fotografía por su trabajo ´Flores en la ESMA´.
En este marco, en diálogo con la prensa, el fotógrafo local y actual curador del salón FOTOGALERÍA 22, Daniel Muchiut expresó: “estamos muy emocionados, transitamos los 30 años de existencia y para nosotros es un motivo especial por muchísimos factores, por la cantidad de autores que han pasado y estamos muy contentos de que Gabriel Díaz nos acompañe porque es un hermano, es un amigo de la vida y ya ha expuesto varias veces en Chivilcoy, hoy con una obra conmovedora y esta galería remodelada que prestigia también un poco más la ciudad de Chivilcoy”.
Más tarde, en cuanto a la trayectoria de FOTOGALERÍA 22, manifestó que “no solamente podemos hablar de autores que admiramos y que queremos, que además hay de por medio amistades que se han ido gestando, todos hemos crecido, hemos pasado por ausencias, por momentos agradables, y todo eso ha hecho una gran familia. Hoy hay gente muy joven que puede reemplazarnos a nosotros y eso nos llena de felicidad porque creo que es un proyecto que no va a quedar en estos 30 años, va a durar muchísimos más, y estamos convencidos de que esto nació para enriquecer la cultura de la ciudad”.
Por su parte, Gabriel Díaz transmitió “una gran emoción mostrar esto aquí después de 28 años que hice mi primera muestra acá, y muy conmovedor por estar al lado de Daniel, que conocer su obra a mí me cambio la vida, lo admiro mucho, fue muy importante en mi formación, y estar hoy 30 años después con todo lo que hemos recorrido juntos, la verdad que es una alegría”.
Luego, con respecto a la muestra explicó que “esta es una obra que hice hace muy poco, que había comenzado hace 15 años cuando empecé a fotografiar a las abuelas en Plaza de Mayo, pero ese proyecto no pudo continuar y de alguna manera pude expresar lo que sentía, sobre esa búsqueda que ellas hicieron durante tanto tiempo, y encontré la forma de hablar del mismo tema, del secuestro de niños, de la desaparición de personas, a través de formas metafóricas y entendiendo que dentro de horror podía haber sobrevida y era lo que ellas estaban buscando, entendí que esos nacimientos y esa búsqueda continua”.
Además agregó que “fueron pocos meses en los que estuve recorriendo ese lugar (ESMA) tratando de entender que estaba haciendo, en algún momento pude vincularlo a aquello por la manera en que trabaje con ese tipo de película, que es una película muy especial que yo la había pensado para las abuelas porque era como un objeto único y repetible, pero ese material terminó tratando de representar o evocando a los niños nacidos en cautiverio, y me parece que se trazó un puente entre esa necesidad, como se pudo plasmar ahora”.
Por último, hizo hincapié en “la importancia de, en estos tiempo de olvido y de negar lo que paso o de tratar de olvidar, recordarlo. Recordar que son niños que están todavía privados de su identidad, que están entre nosotros, que quizás no lo conocen, y son cientos que fueron apareciendo en función de que también ellos fueron padres y empezaron a necesitar saber de dónde vienen y quiénes son”, y luego culminó afirmando que “esto es irreparable, no tiene perdón y nunca va a cicatrizar, pero cada aparición y cada abuela que recupera a su hijo a través de sus nietos, es salvador y da esperanza”.