El pasado domingo en la Fotogalería del Museo de Artes Plásticas Pompeo Boggio se vivió un hecho histórico, puntapié inicial de la conmemoración de los 30 años de existencia de un espacio de culto dentro de la fotografía argentina, fundado y curado por Eduardo Gil durante 20 años y continuado por Muchiut los últimos 10, por el que han transitado los más destacados autores nacionales y en varias ocasiones, reconocidos artistas internacionales.
A modo de cierre de la muestra “Flores en la Esma” de Gabriel Díaz coincidieron en la Sala tres de las fotógrafas más importantes de nuestro país: Adriana Lestido, Helen Zout y Cristina Fraire, conjuntamente con artistas de la misma talla entre los que se contaban Alfredo Srur, Leo Vaca, David Fernández, Florencia Lo Re, Vero Mastrosimone, María Eugenia Cerutti, Ezequiel Torres, Santiago Cichero, Patricio Pidal, Maria Gowland, Gerardo Dell’ Oro, entre otros, quienes respondieron a la convocatoria de Gabriel y del curador de la Fotogaleria 22, Daniel Muchiut.
También se hizo presente la escritora Raquel Robles, quien redactó un texto alusivo para la obra. Vale destacar que Robles fue la ganadora del Premio Clarín de Novela (2008), que es hija de padres desaparecidos durante la dictadura militar y que fue la protagonista de una conmovedora intervención durante el juicio al represor Miguel Etchecolatz por crímenes de lesa humanidad. En tal ocasión, Raquel -con su torso desnudo, con inscripciones que aludían a la desaparición de Julio López y de sus familiares- increpó al dictador al grito de “¿Dónde está mi mamá, ¿dónde está mi papá, ¿dónde está mi hermano?, ¿dónde está Julio López?”.
La tarde comenzó con palabras de un visiblemente emocionado Daniel Muchiut, en las que destacó la trayectoria de Gabriel Díaz y de la obra exhibida en la galería, pero, recalcando fundamentalmente la calidez humana del autor, más que probada, a la vista de quienes se dieron cita para recorrer su obra.
Por su parte, Díaz recordó el hecho de haber estado en la Sala hacía 28 años, en los comienzos de su carrera, y subrayó el hecho de haber descubierto la obra de Muchiut y su impresión por aquellos retratos en los que notaba una cierta complicidad entre la mirada del fotógrafo y su ocasional modelo, que, de alguna manera, marcó el comienzo de su camino en la fotografía; camino que -en innegable forma- fueron transitando juntos con Daniel.
A modo de cierre de esta reinauguración de la muestra de Díaz, Raquel Robles leyó el texto escrito para acompañar el enorme trabajo de Gabriel, que, en uno de sus párrafos dice:
“Las flores, estas flores de la ESMA, tienen cierta erótica. La erótica de la vida que se impone podría pensarse. Pero la vida no se impone. La muerte se impone, la muerte, en la ESMA y en todos los centros clandestinos de detención que hubo en Argentina, en todos los huecos inmundos donde se destruye a las personas en todo el mundo ahora mismo, la muerte es decidida por otros y se impone. La vida, el eros, hace un camino distinto. Algo sucede, y es íntimo Y es colectivo, pero también es inesperado y de algún modo azaroso; en vez de morir se vive. No porque se vaya a sobrevivir. La mayoría de las personas que fueron detenidas y encerradas en esos sitios del horror que hoy se llaman Sitios de Memoria, murieron ahí adentro.
Pero mientras estuvieron ahí adentro algunos vivieron y otros murieron. No hay ninguna categoría ética ni moral que ponga sobre esas posibilidades ningún juicio posible. Simplemente sucedió así”.
Después de la tensión del texto de Robles, llegó un momento de relajación, de relajación no carente de sentimientos encontrados, a través de la música a cargo de Nicolás Muchiut, quien -magistralmente- interpretó Los dinosaurios, Inconsciente colectivo, Influencias y Desarma y sangra, temas de Charly García, cantados en un improvisado coro a cargo de todos los presentes.
Una tarde de lujo en el Pompeo, preludio impecable de lo que vendrá en la celebración del cumpleaños número 30, de una Fotogalería cada vez más vigente.
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