«Ciudad hormigueante, ciudad llena de sueños, donde el espectro atrapa de día al transeúnte»
Poema Los Siete Viejos, Charles Baudelaire
Las ciudades son sinónimo de movimiento, agitación y dinamismo en constante transformación. Parecen que no duermen, que no descansan porque siempre hay alguien despierto velando por ellas, dentro de ellas.
Por medio de pinceladas rápidas, sueltas y resueltas Pablo Ruiz Diaz, pareciera encarnar la figura de Charles Baudelaire del S. XXI cuando relataba en sus escritos el crecimiento y las transformaciones que estaban sucediendo en la París del S. XIX y cómo esos cambios llevaban consigo un cambio de vida social, pero también artístico. Para el poeta francés el “nuevo artista” debía tener un ojo afilado, observarlo todo, salir a la calle o mejor aún salir al mundo.
A modo de flaneur, el artista recorre las calles y los rincones del conurbano bonaerense.
Sus obras son el resultado de esos “paseos periféricos” que realiza muchas veces con su cámara de fotos en la mano.
Las pinturas de Ruiz Diaz, sin duda, nos llevan a transitar las ciudades -del conurbano- propiciándonos desde su mirada -la del artista-, detenernos dentro de nuestra propia agitación, concebirnos dentro de ella y empezar a pensar en los márgenes, pasar del centro a la periferia. Nos vuelve paseantes y observadores de lo que no vemos cuando caminamos por la ciudad: desde los frentes de las casas y los edificios convulsionados de ruido hasta su interior solitario y desolado. De esta manera podemos pensar la ciudad de la misma forma que pensamos a sus habitantes.
Si me detengo, la ciudad parece en calma, si me muevo, si acciono; ella parece accionar conmigo. De esta forma “reconocemos” la ciudad desde nuestros “estados” de conciencia.
Micaela Cartier / Curadora