Publicamos la carta abierta que, con pedido de publicación hace llegar a nuestro medio la Sra. Roxana Almeri, vecina de Moquehuá.
Publicamos la carta abierta que, con pedido de publicación hace llegar a nuestro medio la Sra. Roxana Almeri, vecina de Moquehuá.
Sr Director:
Mi nombre es Roxana Almeri (DNI 21.510.086) y soy una de los algo más de 2.100 desprotegidos habitantes del Pueblo de Moquehuá.
Estamos desprotegidos porque hoy por hoy el pueblo parece “tierra de nadie” o peor, “tierra de delincuentes”. En los últimos meses han sucedido una serie increíble de al menos 7 hechos delictivos, ninguno de los cuales (repito ninguno) ha tenido resolución.
No hay detenidos, no hay culpables. Y los hechos se repiten una y otra vez… como en una pesadilla nos estamos a acostumbrando -sin darnos cuenta- a tener los problemas de inseguridad de las grandes ciudades. A vivir con las puertas y ventanas cerradas, poniendo cámaras de vigilancia en nuestras casas, organizándonos entre vecinos para cuidarnos unos a otros porque personas que mucha gente conoce y cruzamos en la calle o en cualquier comercio parecen tener carta libre para hacernos la vida miserable, para despojarnos impunemente de lo poco o mucho que podemos tener, y que logramos con el fruto de toda una vida de esfuerzo.
¿Estoy exagerando? No creo, porque MI FAMILIA Y YO fuimos las ULTIMAS VICTIMAS de esto que está pasando en el pueblo. El último Viernes Santo antes de medianoche, ingresaron a mi casa cuando no había nadie en ella y NOS ROBARON todo lo que teníamos (dinero en efectivo, reliquias familiares de altísimo valor sentimental, computadoras y tablets de mis hijos, etc.)
Buscando dinero y cosas de valor, nos revolvieron todas las habitaciones de la casa. Todo lo que había en los placares y cajones fue tirado al piso, pisoteado, mancillado, roto. Hasta nos “despanzurraron” el colchón de nuestra cama matrimonial de punta a punta. Como se lo cuento señor Director, lo tajearon completo como quien abre un pan para hacer un sándwich.
No me alcanzan las palabras para describir lo violada y ultrajada que me siento (y se siente mi familia). Quienes alguna vez han vivido una situación similar, van a entenderme. Entrar en mi casa y verla hecha un caos de ropa y artículos personales tirados por cualquier lado, ver la ropa personal y de cama y saber que alguien las revolvió, pudo haberse limpiado con ellas, la tuvo en sus manos, es desesperante. Hace días que no puedo dormir repitiendo esas imágenes en mi cabeza.
Y además de violada y ultrajada me siento desesperanzada. Porque la historia reciente de lo que ha pasado en el pueblo me habilita a pensar que este, muy probablemente, este sea otro caso impune del que no se encontrarán los culpables o sus cómplices. Y, menos que menos, ellos expíen sus culpas condenados por la justicia.
Quiera Dios que en este caso me equivoque pero… en un pueblo chico donde todos nos conocemos. ¿Cómo puede ser que pase una y otra y otra vez? ¿Cómo puede ser que en ninguno de los casos se haya sometido a un culpable ante la justicia? ¿Qué están haciendo las autoridades (todas las autoridades desde el Intendente hasta el policía de calle) para cuidarnos, para que esto no se repita con esta frecuencia alarmante? ¿Por qué tenemos que vivir con esta sensación de desprotección que nos “regalan” quienes tienen que encargarse de la seguridad de Moquehuá, de nuestra seguridad?
Quiero aclarar que la policía del pueblo se hizo presente de inmediato. Con celeridad se ocupó del tema. En un tiempo record que no habíamos visto en casos anteriores se involucraron junto con la Policía científica, la policía de Chivilcoy (quienes estuvieron disponibles esa misma madrugada), el Delegado Municipal y nuestro Intendente. Mi agradecimiento hacia ellos. Pero lamentablemente ocuparse e involucrarse no son sinónimos de encontrar y castigar a los culpables y evitar que se repita.
A este paso, si seguimos sin soluciones de fondo, va a volver a pasar. No hay dudas de eso. ¿Por qué no se repetiría si nadie es castigado y no hay culpables o cómplices condenados por la justicia? En mi caso ya no me pregunto si algún día tendremos que lamentar una desgracia mayor, me pregunto cuándo sucederá. Y no es justo. Los Moquehuenses no nos merecemos vivir angustiados de esta manera, esperando tener que consolar a nuestro vecino porque se transformó en la siguiente víctima.
Lo saludo con la consideración más distinguida.
Roxana Almeri
Moquehuá