Este sábado, a las 20.30 horas, quedará inaugurada la muestra “El olor a sangre humana no se me quita de los ojos”, obra del fotógrafo Chivilcoyano Daniel Muchiut.
Sobre este trabajo, inédito en Chivilcoy, Muchiut comenta:
En diciembre de 2001, miles de argentinos se lanzaron a las calles para pedir un cambio. Más de 30 personas murieron y a lo largo de pocos días, el país vivió cinco sucesiones presidenciales.
En Argentina hubo una mezcla de circunstancias. La más determinante fue un proceso de insurgencia popular.
Una suerte de levantamiento cívico porque el presidente Fernando de la Rúa, que había asumido en diciembre de 1999 prometiendo cambiar la política de Carlos Menem, había extremado las políticas ordenadas por el Fondo Monetario Internacional y los impuestazos a sus propios votantes.
Esto culminó con el famoso “corralito” impuesto por el ministro de Economía, Domingo Cavallo, que embargó los ahorros de miles de pequeños ahorristas porque los grandes ahorristas se habían escapado antes del sistema, con un drenaje de divisas sin precedentes.
A esto se suma la vertiginosa caída hacia la marginalidad de vastos sectores de las clases medias urbanas.
Todo esto motivó el “cacerolazo” que se produjo del 19 al 20, que intentó prolongarse y se convirtió en una batalla campal por la brutal represión de la policía, que generó la reacción de otro sector social muy importante que son los carenciados totales.
Las dos jornadas arrojaron un saldo trágico de más de 33 muertos.
Todos ellos manifestantes, civiles, no se encontraron armas del lado de los manifestantes.
Los disparos salieron fundamentalmente de la policía.
Fueron crímenes perpetrados a la luz del día y ante miles de testigos.
Hace diecisiete años que el olor a sangre humana no se nos quita de los ojos. (*)
La Curadora del espacio cultural, Micaela Cartier, nos brinda su interpretación sobre la obra y traza un paralelo entre el tiempo en el que se desarrolló el trabajo del artista y nuestros días.
El olor a sangre humana no se me quita de los ojos*.
Diecisiete años nos separan de aquel trágico diciembre de 2001. Nos separan y nos unen en este momento tan particular que estamos viviendo todos los que habitamos este país.
Hace diecisiete años que el olor a sangre humana no se nos quita de los ojos.
La violencia física y simbólica en la que nos encontramos sumergidos se traducen en esa María, ese matador y esos cerdos, para mostrarnos la realidad que vivimos, lo que no somos capaces de cambiar. Cuerpos violentados, violados, dolientes, sangre, sangre y más sangre que nos deja pasmados ante el dolor sufrido y generado.
Daniel Muchiut se identifica con el sufrimiento ajeno al punto de sentirlo en su propio cuerpo; y frente al malestar, la incomodidad y la impotencia del artista en una realidad que mutila y desespera, no le queda más remedio que mostrarnos -para que veamos- lo que acontece desde su propio sentir; lo que me recuerda las palabras del artista vienés Otto Muhl: Porque vivo en un mundo técnicamente civilizado, a veces siento la necesidad de revolcarme en el lodo como un cerdo.
Esta serie no solo encarna nuestra historia argentina si no la que estamos escribiendo en el presente desde lo político y lo social ¿Hasta dónde podemos soportar tanto maltrato? ¿Cuánto más dejaremos en manos de otros nuestras propias decisiones? ¿Dónde está el límite?
Las metáforas que encarnan estos “personajes” (Matador, María y los cerdos) no son amables, no quieren serlo, ¡quieren que despertemos! Aquí, el cuerpo de María, lo encontramos asociado en su connotación simbólica a nuestros cuerpos, el de nosotras, los cuerpos de las mujeres que siguen siendo violentados como el cerdo en el matadero.
Micaela Cartier
(*) En 1982, Franck Maubert comienza a entrevistar a Francis Bacon. De esas conversaciones saldrá a la luz el libro: El olor a sangre humana no se me quita de los ojos. Conversaciones con Francis Bacon. Frase que Bacon citaba de la Orestíada. Las Euménides de Esquilo y que le repitió en varias ocasiones a su interlocutor para referirse al motor creativo de sus obras.