El difícil oficio del fotógrafo, por Alfredo Srur
Quien dijo que es fácil (citando a Eduardo Gil).
La foto es un autorretrato analógico en Bahía, Brasil (2002).
Quiero dejar algunas cosas en claro.
Si hubiese querido hacer dinero con la fotografía me hubiese dedicado a hacer fotos de bodas, cobrarlas muy caro y pretender hacer un exclusivo documentalismo de dichos eventos. O hubiese trabajado haciendo fotos que queden bien en los living de las casas.
¿Por qué soy fotógrafo?
Porque siento este lenguaje como parte de mi pensamiento, porque quise conocer mundos distintos, porque las palabras me cuestan mucho, porque soy pésimo dibujando, porque no sabía qué hacer de mi vida, porque tengo fe que a través de esta herramienta se pueda modificar el mundo, porque trato de reconstruir una imagen del prójimo más humana, fuera del prejuicio y la mentira de los grandes medios de comunicación modernos, porque me interesa (como decía Friedlander) ver el mundo en fotos.
Nunca me fue fácil exponer mi trabajo, muchas veces me sentí discriminado por tratar los temas que traté y visto como un loco.
Aunque las personas ajenas a este oficio no lo entiendan, el fotógrafo no recibe un centavo en este país por exponer su trabajo, ni recibe un centavo por editar un libro, casi nunca recibe un centavo por publicar un trabajo personal en medios de comunicación, ni tampoco nos pagan por dar una entrevista.
Vivo de mi oficio a duras penas hace 20 años, habiendo transitado casi todos los géneros posibles: sociales (comuniones, cumpleaños de 15, bodas, bautismos, etc), periodismo, moda, deporte, ilustración, ¿artístico?, campañas presidenciales, publicidad, estudio hasta trabajé para el Banco Mundial y la Cruz Roja Internacional. Traté de dar lo mejor de mi en cada caso.
Ninguno de mis trabajos personales que vengo exponiendo en los últimos 15 años (Geovany no quiere ser Rambo, Familias, Heridas, Sin Título, La Hiena Barrios, Ciudades del Este, Prisión Vantaa, Zona Sur) lo hice pensando en lo que me podía dar económicamente, es más, trabajaba dando clases, o en periodismo, o de investigador, para poder solventar esos ensayos; era mi interés personal, mi forma de cambiar el mundo y a mi mismo, le dio sentido a mi vida. Gané algunas becas que me permitieron pagar los caros materiales fotográficos y los viáticos, y alguna cena afuera, algo de ropa o algún mes de alquiler. Con mi trabajo comercial, explícitamente diferenciado del personal, pude durante años construir mi casa, hasta aprendí a hacer la mezcla de cemento con arena y poner los ladrillos para una pared, tardé años en levantarla.
Amigos y familiares me han prestado dinero para construir mi espacio fotográfico, sin ellos hubiese sido imposible crecer. Hace muy poco tiempo me representa una galería en Alemania, mi obra, de repente, está en el mercado del arte. Hace poco expuse ahí, hasta ahora no vendí nada, a la mayoría de los coleccionistas mi obra les da miedo, aprecian la profundidad y la dedicación, pero no queda bien en los living de las casas, eso sí, los objetos que produzco pueden durar cientos de años y contienen parte de mi humanidad.
Para hacer posible la muestra en Alemania la galería me pagó el pasaje en avión, las noches de hotel en Berlín y la producción de copias en Buenos Aires, todo el resto lo pagué yo, sin saber si iba a vender o no, invirtiendo en mi mismo, en mi trabajo, en mis creencias. Estando muchos días alejado de mi familia. Realmente no es fácil para un fotógrafo sudamericano exponer en Europa, es casi un milagro. Con esto no me quiero hacer la víctima para nada, agradezco todo lo que me pasa y que la gente aliente mi trabajo, que gracias a Dios ha pasado durante mi carrera, sin ese aliento hubiese sido imposible seguir, es parte de mi energía
¿Y para qué expongo entonces?¿Por qué el sacrificio?
Creo siempre en forjar el propio futuro, espero que mi trabajo pueda dar frutos, vivir de la fotografía no es una mala palabra. Tengo casi 40 años (hace 20 que trabajo de fotógrafo) y creo merecer, como tantos otros, una tranquilidad en mi vida, que mi trabajo se valore, se comunique, sirva para algo, no sólo a mí, sino también a mis seres queridos, a mis fotografiados. No tengo culpa que mi obra este en el mercado del arte, siempre compartí con mis fotografiados parte de los ingresos que tuve y cuando no tuve ingresos, si pude ayudar, ayudé. Por eso también espero que si me va bien en el futuro, la gente que me quiere y respeta se ponga contenta, que no me critiquen, que no estén conmigo sólo en las malas, sino también en las buenas.
Quiero dejar en claro esto porque muchas veces las personas ajenas a este oficio piensan que las cosas son fáciles, que uno por exponer se llena de guita, que si uno hace un libro cobra fortunas, que es fácil valorizar el trabajo propio. Pues no es así.
Hace poco tomé la decisión de no fotografiar más a las personas, estoy cansado, he dedicado parte de mi vida en hacerlo, y lo disfruté y lo agradezco. Pero se terminó, hasta no resolver los problemas internos no seguiré fotografiando personas, salvo mi familia, quienes creen en mí, quienes no piensan mal de mí, quienes me quieren bien, quienes se preocupan por mí, quienes aguantan toda mi locura, quienes son incondicionales y no piensan que los traiciono y con quienes estoy más en deuda.
Espero se entienda este escrito.
Gracias por leer.
Alfredo Srur.