El consumo de drogas entre adolescentes y jóvenes viene aumentando progresivamente también en localidades más pequeñas, un problema que muchas veces pasa desapercibido debido a la falta de alternativas y programas efectivos de prevención.

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En lugares como Chivilcoy, esta problemática crece y genera un impacto profundo en la vida de numerosas familias, aunque a menudo no sea visible de manera inmediata. El consumo de drogas ya no se limita a las grandes ciudades; ha permeado comunidades de todos los tamaños y características.
Un ejemplo reciente que puso de manifiesto esta realidad fue el cierre de una granja de rehabilitación que operaba sin la autorización correspondiente. Este suceso también deja en evidencia las deficiencias en las estrategias destinadas a abordar este problema. Tanto es así que, para muchos familiares abrumados por la situación, no resultaba relevante que la granja estuviera funcionando de manera irregular, siempre y cuando ofreciera un espacio de apoyo y contención.
La necesidad de escapar de la monotonía, las tensiones personales y las dificultades del contexto social ha llevado a muchos adolescentes a experimentar con sustancias como marihuana, alcohol e incluso drogas aún más peligrosas.
Los especialistas alertan que lo que puede parecer «un consumo inicial inofensivo, si no se identifica y aborda a tiempo, puede evolucionar hacia adicciones graves». Sin embargo, muchas familias desconocen la gravedad del problema o carecen de los recursos y conocimientos para enfrentarlo. La estigmatización y el silencio en torno al consumo de drogas dificultan aún más el acceso a la ayuda necesaria.
La situación resulta especialmente alarmante en contextos más vulnerables, donde factores como dinámicas familiares conflictivas, pobreza y falta de empleo generan condiciones que favorecen las adicciones. Esto deja a muchos jóvenes en una situación de desamparo total y, ante la ausencia de respuestas inmediatas, el panorama se vuelve cada vez más preocupante.
Las familias, desesperadas, describen esta situación como «dolorosa e insostenible». Al mismo tiempo, queda clara la necesidad urgente de implementar programas sólidos de prevención que realmente hagan frente a esta creciente problemática.
A.V.