Durante años, el problema estuvo allí, bajo la superficie, diluido en cada vaso de agua y en cada pozo que abastece a miles de familias. Un contaminante silencioso, de origen natural, pero con consecuencias profundas para la salud pública.

Mapa del arsénico
El Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) relanzó su Mapa de Arsénico, una plataforma que monitorea en tiempo real la presencia de este químico en aguas subterráneas y superficiales de todo el país. Los datos recolectados en cientos de muestras son tan reveladores como inquietantes: varios distritos de la provincia de Buenos Aires muestran niveles por encima de lo permitido y, aunque la información es clave para dimensionar el problema, aún no se traducen en soluciones efectivas y generalizadas.
Chivilcoy aparece junto a otros distritos en “semáforo rojo”. La advertencia no es menor: la exposición sostenida a aguas con altos niveles de arsénico puede derivar en Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE), un cuadro que, sin tratamiento, eleva el riesgo de cáncer de pulmón y laringe, además de provocar tos crónica y fibrosis pulmonar.
Aunque la palabra “contaminación” suele asociarse a la intervención humana, en este caso la explicación se remonta mucho más atrás. “La contaminación por arsénico es mayoritariamente natural y obedece a fenómenos que se produjeron hace millones de años, cuando se levantó la estructura de la Cordillera de los Andes”, explicaron los especialistas. Ese proceso dejó depósitos minerales que aún hoy afectan a acuíferos y napas bonaerenses. La consecuencia es un problema vigente, pero aún sin resolución concreta.
Situación en Chivilcoy
Frente a este escenario, la Justicia bonaerense dio este año un paso determinante. En julio, la Suprema Corte de Justicia de la Provincia rechazó la queja presentada por Aguas Bonaerenses S.A. (ABSA) y confirmó la obligación de la empresa de garantizar agua potable con un nivel de arsénico inferior a 10 µg/L, tal como establece el Código Alimentario Argentino. Sin embargo, la resolución judicial marca un parámetro, pero no asegura por sí misma una solución inmediata: el cumplimiento efectivo continúa siendo un desafío.
Investigación en curso
Mientras tanto, el ámbito científico busca alternativas. En laboratorios del CONICET, un grupo de investigadores trabaja desde hace tiempo en posibles respuestas. Recientemente desarrollaron un método experimental que utiliza carbón vegetal tratado química y térmicamente para eliminar arsénico y nitratos del agua.
La técnica permite reducir más del 50% de los contaminantes y se presenta como una alternativa accesible para comunidades vulnerables que dependen de perforaciones o fuentes no tratadas. Sin embargo, aún está en etapa de estudio y no se encuentra implementada de manera masiva, lo que confirma que la búsqueda de soluciones sigue abierta.
Problema sin solución
El desafío es doble: garantizar que cada vecino pueda abrir la canilla con tranquilidad y avanzar, desde la ciencia y las políticas públicas, hacia respuestas concretas y sostenibles. Por ahora, el problema está claramente identificado, pero su resolución aún está en camino.
El Mapa de Arsénico del ITBA se puede consultar en: mapa-de-arsenico.web.app




