A 45 años del golpe cívico militar de 1976.
Aquel 24 de marzo de 1976 comenzaba en Argentina una de las épocas más oscuras de nuestra historia. En la madrugada de ese día, superiores de las Fuerzas Armadas tomaron el poder a través de un golpe de Estado y derrocaron al entonces gobierno constitucional de Isabel Perón; de esta forma, comenzó una dictadura cívico-militar que duraría hasta 1983.
Los pueblos que olvidan corren el inevitable riesgo de repetir los errores del pasado. La memoria, la verdad y la justicia como herramientas de reconstrucción son los pilares básicos para sanar de las heridas de un pueblo que ha sufrido. Para aliviar esas penas, debemos tener en claro lo que pasó, no olvidar y por encima de todo, exigir que caiga sobre los culpables el castigo que corresponde, pues la impunidad es una espina que daña el alma de quien la padece. Debemos hablar sin eufemismos. Tenemos claro que hubo un plan sistemático y siniestro de desaparición de personas. La persona señalada, convertida en un número y sin ninguna garantía legal era privada de su libertad en forma violenta por un comando paramilitar autodenomimado «grupo de tareas» era torturada y desaparecida. La desaparición de personas fue un programa de acción, cuidadosamente planificado, estableciéndose minuciosamente los métodos para llevarlo a la práctica. No hubo «errores», sino un plan deliberado y premeditado. El Estado, quien debe velar por el cumplimiento de las normas constitucionales, dejó de cumplir su rol para transformarse en el aparato de coacción más importante durante los siete años que duró la más siniestra dictadura cívico-militar. Todas las formas de torturas psíquicas y físicas no tuvieron otro objetivo que el de la despersonalización y aniquilación de la dignidad y la vida de las personas.
Habiendo transcurrido más de tres décadas del retorno de la democracia a nuestro país, aún quedan deudas sin saldar: Por los hijos y las hijas que nunca aparecerán, por los nietos y las nietas aún no recuperados y por tantos y tantos compañeros y compañeras que dejaron su vida en una lucha desigual por un país mejor y más justo.
Hoy vivimos una realidad que azota al mundo y a la cual no escapa nuestra querida Argentina, una pandemia. Imagino hoy donde estarían los compañeros y compañeras detenidos desaparecidos, sin dudas, igual que con su lucha de entonces, estarían comprometidos en la lucha contra la pandemia, para poner a la Argentina de pie, por una sociedad más justa inclusiva e igualitaria. Debemos tener siempre presente a los compañeros y compañeras detenidos desaparecidos manifestando en forma contundente que el pueblo argentino conoce sus derechos, que aprendió a ejercerlos y a exigir su cumplimiento, y no va a permitir ni un paso atrás ni que se vaya en contra de la voluntad de un pueblo que manifiesta hace 45 años una lucha inclaudicable por la memoria, la verdad y la justicia.
Claudia Bogliolo
Concejal PJ-Todos