El pasado sábado, en la plaza del centro de la ciudad, se gestó un espacio de participación literaria, donde no solo se debatió y se leyó, sino que también se generó un clima armonioso, donde afloraron emociones y sentimientos colectivos por medio de la poesía, la escritura y la expresión.
El encuentro fue organizado por la escritora y Licenciada en Comunicación Social, Samantha San Romé, en el marco del proyecto “La Plaza es nuestra”, encabezado por el escritor y guionista chaqueño, Juan Solá.
“La Plaza es nuestra” es un formato que se planteo desde la Editorial Árbol Gordo, de Juan Solá, donde se publicaron varios de sus libros y “Permanente” de Samantha. Dicho proyecto tiene como objetivo, según explica el escritor, ocupar los espacios públicos para poder construir de los mismos “ciertas nociones desde la literatura como un arma de resistencia”.
En referencia al encuentro colectivo en nuestra ciudad, en diálogo con DECHIVILCOY Juan Solá expresó: “Sam me lo propuso, y lo que Sam dice yo lo hago porque es una piba que realmente tiene una perspectiva muy interesante sobre cómo se construyen relatos, sobre cómo se construye la ficción y sobre todo, cómo la ficción se vuelve verdadera a través de la boca de los lectores, de los amigos que hoy me llevo”.
Durante la jornada se realizó un `cadáver exquisito´ que consistió en una construcción literaria colectiva partiendo del concepto de identidad. De la misma participaron todos los presentes aportando ideas, sentimientos o simplemente transmitiendo algo que necesitaban decir.
En relación a esa producción, Juan explicó: “un cadáver exquisito apunta a una construcción literaria colectiva, y como nosotros teníamos la intención de tratar este tema de la identidad comunitaria dijimos ¿qué mejor forma de hacerlo?”.
Por su parte, Samantha agregó: “como a partir del concepto individual que tiene cada uno de la identidad se puede armar algo colectivo que cambie de sentido, porque con lo que yo puse, lo que pone el, lo que pone el otro, construimos algo que es distinto a lo que cada uno pensó”.
Asimismo, el objetivo final de este trabajo colectivo es elaborar un material, en manos de Samantha, donde se recopilen las diversas historias o relatos que surgieron ese día. “Sam, que tiene mucha cancha en lo que es esta construcción más poética de las letras, podrá hilar fino y cocer las historias que nos presentaron hoy las personas que se acercaron al encuentro. Personas que tenían muchas cosas para contar, y que después sirva como un relato que permita dar testimonio de la historia viva, de la historia que se está construyendo a cada paso”, explicó Juan Solá.
Samantha: “Veo en texto. En ese sentido me interesa recuperar lo cotidiano”
Con tan solo 28 años, Samantha San Romé ha publicado dos libros: “Permanente” y “Ojalá el tiempo no fuera una prisión”, en donde no solo revive situaciones cotidianas del día a día, sino que las pinta con su particular poesía que atrapa, envuelve y sensibiliza a quien la lea. Asimismo, abocándose a la poesía, hoy se encuentra terminando la novela que se titulará “Todo lo que nos pasa” y que probablemente se publicará a fin de año con la editorial “Hojas del Sur”.
Samantha confiesa que, al momento de escribir, lo que más la motiva son los recuerdos y una necesidad de transmitir. “Un poco los recuerdos, otro poco es algo que aparece que no lo puedo explicar, como una sensación o una necesidad. Quiero decir algo, me tengo que sentar a escribir y ahí en el texto descubro bien de lo que quería hablar”, afirma.
Luego agrega: “me pasa que veo en texto, entonces de repente estas con alguien tomando un mate y queda la casa vacía, ahí estuvo esa persona, y a partir de eso surge un texto. O acá estamos en una plaza y ves dos personas que se agarran la mano y bueno eso puede ser un texto. En ese sentido me interesa recuperar lo cotidiano”.
A partir de un taller literario, donde recopiló varios de sus escritos, surgió su primer libro “Permanente” que fue publicado por la Editorial Árbol Rojo, de su actual compañero literario, Juan Solá.
“Creo que es un trabajo de toda la vida, llegué a `Permanente´ como libro por Juan, porque hice un taller con él en Buenos Aires con una propuesta parecida a lo que hicimos hoy al aire libre, y a partir de una de las consignas hice un texto que me conecto con otros textos”, expresó Samantha, sentada en un banco de la Plaza Principal, luego de finalizar la actividad literaria colectiva “La Plaza es nuestra”.
“Ojalá el tiempo no fuera una prisión” es su segundo libro, pero el primero de poesías publicado por Sello Editorial El Ojo del Mármol. En él logra alejarse de los conceptos comunes, abordando la relación entre lo amplio del amor, el desamor y el tiempo como algo infinito, y el cuerpo como prisión.
De esta manera San Romé manifiesta que “el tiempo es eterno, es infinito, el tiempo sigue, pero nuestro cuerpo tiene un tiempo y el tiempo de nuestro cuerpo es la prisión”. La poesía, tal vez, sea una herramienta para liberarse de esa prisión, y para nosotros, los lectores, es un par de alas que nos permite volar imaginando, soñar y llegar más alto.
Hoy, además de convertirse en una de las escritoras más reconocidas de la ciudad, con muchos seguidores virtuales, ha comenzado a transitar un nuevo camino junto a Juan Solá, con quien se encuentran programando escribir juntos: mechando poesía, prosa, literatura social, y de esta forma satisfacer ese deseo infinito de construir una literatura innovadora.
“Cuando vos escribís con alguien decís más, pensas más y pensas mejor, decís más cosas porque llegas a lugares que solo no podés”, finalizó Samantha afianzando ese camino que no solo le permitirá ampliar su perspectiva crítica, sino también ese sueño colectivo.
Juan Solá: “Decir es fundamental para que un pedazo de la historia no quede solapado, no se muera”
Para Juan Solá, escribir un relato es una posibilidad de mostrar la cruda realidad por medio de la ficción. Es, no solo esa necesidad de decir, de expresar y de de-construir, sino también una herramienta necesaria para hacer historia, que permite tener otra perspectiva del mundo, y que van por ejemplo desde la identidad, la auto-percepción, hasta la idea de comunidad.
“La literatura social creo que tiene un papel fundamental sobre todo en espacios públicos porque permite que las personas comprendan que no hace falta una formación académica para poder decir, y decir es fundamental para que un pedazo de la historia no quede solapado, no se muera”, enfatizó Juan, luego de finalizar ese encuentro en Chivilcoy que resultó tan gratificante y productivo.
De esa visión se desprende la pasión que Juan siente por el relato literario. “Yo no tengo gran imaginación, lo que si tengo es la posibilidad de construir ficción a través de la reconstrucción de la historia personal de las personas que se me acercan, que me quieren contar su vida, o historias de vida que leo”, reveló sin renegar del intenso trabajo que en los últimos años alimentó su producción literaria y que seguirá adelante.
Luego agregó: “es algo que uno no sabe lo que es hasta que toma forma, pareciera que son ecos, como decía Platón no sé del mundo de las ideas, que baja de repente, te invade y que necesitas exteriorizarlo”.
Juan Solá es escritor chaqueño, y director de proyectos para Árbol Gordo Editores. Además siempre fue activista por los derechos humanos, contra la discriminación, la exclusión y la violencia. En su mayoría, cada una de sus publicaciones en Facebook supera los mil seguidores que no solo le ponen “me gusta”, sino que también le comentan contándole cómo sus relatos han alterado sus sentimientos, o de qué manera se han sentido identificados.
“Me sensibiliza mucho la cuestión del rol, es algo que yo siempre trato de abordar porque el rol es justamente el papel que cada una de las personas debe asumir por mandato en esta enorme obra de teatro que es existir. Y creo que es muy interesante la posibilidad de de-construir ese rol, la posibilidad de deformar lo que otro le ha dado forma, y a partir de eso hacer algo nuevo, algo que le llegue a la persona, sin caer en tecnicismos, ni en el esnobismo literario de los círculos de autores que no se relacionan con sus lectores”, expresó Juan, siempre corriéndose de los parámetros sociales y culturales establecidos.
Escribió cuatro libros, y en todos habla sobre historias de vida, situaciones sociales, diversidad de género, amor, pero sin caer en lo común preestablecido. Su primera publicación fue “Naranjo en Flúo”, una novela para chicos donde retoma los mitos y leyendas del norte del país y le da forma a una conmovedora historia.
“Microalmas” fue su segundo libro, pero el primero de micro-relatos. En estos cuentos cortos prima la mutación y las diversas formas que adopta el amor para que podamos experimentarlo. En este sentido, Juan enfatizó: “es un libro que habla sobre un corazón roto, que en ese momento fue el mío. Es un libro que pareciera poder interpretar el amor desde una mirada que explica lo multifacético que es”.
Luego publicó “Épica Urbana”, una recopilación de sus textos de Facebook y en donde más afloran las situaciones cotidianas, el día a día como supervivencia o el amor como salvación y sanación. En síntesis, refleja la cruda realidad adornada con sus bellas palabra y poesía.
Su último libro fue “La Chaco”, donde aborda, con esa belleza dolorosa, las identidades Transgéneros. “Yo creo que no elegí el tema, creo que el tema me eligió a mí. Yo milite en un espacio de diversidad sexual en Chaco llamado Unidos por la Diversidad que surgió a partir del Matrimonio Igualitario, y donde se buscaba justamente visibilizar cuestiones de género. Creo que es un tema muy difícil de abordar, porque las personas creen que lo Trans siempre debe estar asociado a la delincuencia, a las drogas, a la prostitución, y en realidad lo que yo busco con estos personajes es la humanidad detrás de ese niño que existió debajo de esa persona que hoy en día sigue estigmatizada”, manifestó el autor.
Este último libro fue publicado por la editorial Hojas del Sur. Sin embargo, los anteriores fueron disponibles a través de su Editorial Árbol Gordo. En este sentido Juan reveló: “Árbol Gordo fue una historia muy emotiva para mí. En el patio de mi casa hay un árbol gordo al cual nosotros nos trepábamos, hacíamos casitas, y con una tormenta el árbol se cayó. Fue tan desesperanzador ver eso porque era el árbol de mi infancia. Mi padre manda a cortar el árbol para poder sacarlo, y cuando le cortan la copa el árbol se vuelve a parar”.
Luego agregó que esa historia significó un símbolo “que, a pesar de las tormentas, uno puede volver a pararse sacándose un peso de encima”, y aclaró que su sensibilidad fue lo que le permitió dar el impulso para crear un espacio literario, un espacio de resistencia literaria, y de esta manera posibilitar un “altavoz de papel a aquellos que tienen cosas para decir”.
Ahí es cuando llegó el momento de nombrar a su compañera literaria, Samantha San Romé, y agregó con cariño: “Cuando la conocí enseguida me di cuenta de que había algo en ella que era distinto al resto de los autores, por la forma que encaraba sobre todo su trabajo, por la forma en que ella manipula las letras y se adueña del espacio literario”.
Actualmente, Juan se encuentra trabajando en su segundo libro para Hojas del Sur, donde abordará la noción de la libertad. En este sentido finalizó: “tengo varias cositas en el tintero, y siempre estoy escribiendo en Facebook, porque me parece que es muy importante dar lo más posible. Dar hasta que duela dice una frase por ahí, y a mí me parece que cuando das mucho no duele, no duele nada, al contrario, te sanas”.