Hace no mucho tiempo atrás, la televisión era la principal fuente de consumo, tanto para saciar demandas de entretenimiento, como para enterarse de lo que sucedía en el país, y en el mundo. Los programas eran transmitidos en un horario determinado que la audiencia se reservaba. Pero la llegada de internet marcó un antes y un después, abriendo camino a nuevos formatos de comunicación.

La aparición de las redes sociales constituyó un nuevo espacio de interacción inmediata y la cultura de los seguidores comenzó a calar hondo en la sociedad. Así es como nació la figura del influencer, actores sociales con gran caudal de seguidores en redes sociales que se caracterizan por la capacidad de influencia que tienen en su audiencia y, por ende, en su comportamiento.
Muchas industrias patrocinan influencers para que promuevan sus productos en las redes. Esto ha sucedido con varias plataformas de juego. Por ejemplo, el casino Stake es uno de los más reconocidos del sector y ha nombrado al Kun Agüero embajador oficial, convirtiéndolo en una figura clave para la visibilidad de la marca. El ejemplo nos allana el terreno para analizar la figura del influencer y su alcance en la sociedad contemporánea.
Influencers y seguidores: una relación cercana
Gran parte del poder que tienen los influencers para marcar nuevas tendencias tiene que ver con el vínculo que construyen con su audiencia. Las ideas o productos que promueven suelen estar integrados en una narrativa que, generalmente, gira en torno a su propia vida. Son ellos mismos quienes prueban, utilizan y muestran aquello que recomiendan en plataformas de streaming y redes sociales.
Los seguidores suelen estar al día con las publicaciones que hacen a diario sus influencers favoritos. Esta interacción constante crea una sensación de cercanía entre influencers y seguidores, y construye un vínculo de confianza que inclina la balanza del consumo. La realidad es que somos más propensos a comprar algo si está recomendado por alguien cuya opinión valoramos.
Así es como las recomendaciones de los influencers comienzan a tomar peso. La sociedad los lee, los ve y los escucha constantemente. Hemos dado el ejemplo del Kun, coronado embajador de Stake, pero hay cantidad de influencers argentinos que abanderan marcas: la actriz y modelo Julieta Poggio trabajó con empresas reconocidas del rubro cosmética y belleza y es actualmente embajadora de la marca Fashion Novoa, Antonella Rocuzzo de varias marcas de lujo internacionales, y el listado sigue.
Los desafíos en las nuevas tendencias de consumo
Apenas ingresamos a redes sociales como Instagram o TikTok, nos introducimos en la cultura del scrolling que nos muestra cantidad de influencers que promueven estilos de vida, productos, tecnología, tratamientos de belleza, entretenimiento y más. Estas son las nuevas tendencias de consumo; veloces, personalizadas por un algoritmo y promovidas por personas que integran dichos productos a sus rutinas diarias.
El masivo alcance que tienen las nuevas figuras sociales, como es el caso de los influencers, puso sobre la mesa un tema sumamente relevante: la responsabilidad que recae sobre estos actores y la importancia de verificar aquello que promocionan. La alianza de patrocinio entre empresas e influencers ha desatado algunos cuestionamientos por ser contratos que son, en la mayoría de las ocasiones, pagos.
No hace mucho se mediatizó el caso del influencer argentino Santiago Maratea, conocido por usar las redes sociales para impulsar campañas solidarias. Maratea fue denunciado por el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, quienes tildaron el comportamiento del influencer como “agraviante, irresponsable, e intrusivo” por haber promocionado un producto para bajar de peso.
Este episodio pone en evidencia cómo muchas de las nuevas tendencias de consumo reposan en la voz de personas que no siempre tienen un conocimiento profundo sobre los efectos que conlleva promocionar ciertos productos en un público compuesto por individuos muy diferentes entre sí. Se presenta un nuevo desafío: el de la regulación sobre la publicidad en redes sociales y la protección del consumidor.
La inmediatez digital como motor de consumo
En la actualidad, gracias a los servicios de internet móvil, podemos acceder a las redes sociales de forma inmediata y constante. Esto trae innegables ventajas en la comodidad para acceder a diversos contenidos de interés, y la posibilidad de mantenernos conectados con amigos y otros grupos sociales.
Sin embargo, la permanente disponibilidad ha comenzado a generar ciertos efectos negativos sobre nuestra rutina y bienestar. Los celulares dejaron de ser utilizados para hacer llamados puntuales y se convirtieron en una extensión de nuestro propio cuerpo. Su cercanía provoca que estemos más expuestos a contenidos de publicidad y e incesantes recomendaciones.
Según un artículo de Forbes Argentina, 4 de cada 10 argentinos encuestados está de acuerdo con la frase “las redes sociales abruman la vida”, lo demuestra el impacto que está teniendo la hiperconectividad en la salud. La proximidad a influencers y la exposición permanente a contenidos digitales transforma nuestras modalidades de consumo, así como la manera en que nos relacionamos con nuestro entorno.








