El artista chivilcoyano Maximiliano Martino sigue proyectando su obra más allá de las fronteras locales. Tras una exitosa exhibición en el Palacio Barolo, en la Ciudad de Buenos Aires, su creación “Madame Coneja” se prepara para desembarcar en Le Marais, uno de los barrios más emblemáticos de París, donde será parte de una muestra internacional de arte contemporáneo.
En diálogo con DECHIVILCOY, Martino compartió los orígenes de la obra, su estilo artístico y lo que significa esta oportunidad en su carrera.
—¿Cómo nació la obra “Madame Coneja”?
—“Madame Coneja” nació de un instante de introspección sobre quiénes somos y los roles que la sociedad nos impone. Quise transformar lo cotidiano en algo lúdico pero crítico: tomar la figura de la coneja y humanizarla, creando un personaje que refleja a la vez vulnerabilidad y fuerza. Es una obra que surge del encuentro entre lo humano y lo animal, del juego con los límites entre lo real y lo imaginario, y de mi deseo de sorprender y cuestionar al espectador”.
—Tu estilo mezcla surrealismo, humor e ironía. ¿Cómo fuiste construyendo esa identidad artística?
—“Mi estilo se fue gestando de manera orgánica, combinando referencias visuales con mis experiencias y emociones. El surrealismo me permite explorar mundos alternativos; el humor, suavizar la crítica y conectar con quienes miran; y la ironía, cuestionar estructuras y percepciones. Con el tiempo, esta mezcla se volvió mi sello: invitar a ver lo cotidiano desde un ángulo inesperado, siempre con un toque de sorpresa y reflexión”.
—¿Cómo llegó “Madame Coneja” a París? ¿Qué expectativas tenés al respecto?
—“Madame Coneja» llegó a París gracias a una curaduría que buscaba artistas contemporáneos con voz propia y propuestas que desafíen la narrativa tradicional. Para mí, es una oportunidad de mostrar mi trabajo en un escenario internacional, de dialogar con públicos diversos y de abrir nuevas posibilidades de creación y colaboración. Mis expectativas son abiertas, pero llenas de ilusión: que la obra conecte, genere conversación y siga sorprendiendo, sin perder nunca la libertad que la hizo nacer”.
“Madame Coneja” busca interpelar al espectador desde la ironía y la hibridez de identidades. Al humanizar un animal y dotarlo de rasgos sociales, la obra no sólo desestabiliza lo real, sino que propone una metáfora sobre los papeles que se nos asignan y las máscaras que elegimos portar.
Su desembarco en París confirma también que una mirada nacida en un territorio periférico puede insertarse en la conversación cultural internacional sin perder la singularidad. Martino apuesta a un arte que no explica, sino que incomoda, divierte y, sobre todo, obliga a pensar.