En la previa de cada elección argentina, la política desempolva viejas prácticas que dividen opiniones.

MUNICIPALIDAD DE CHIVILCOY / LEGISLATURA BONAERENSE
Entre ellas, las candidaturas testimoniales ocupan un lugar destacado: dirigentes que encabezan listas sin la intención real de ocupar las bancas a las que se postulan. Algunos la defienden como una estrategia legítima para arrastrar votos a su espacio; otros, como un engaño al electorado. Pero, una y otra vez, este recurso vuelve a estar en el centro de la escena.
El frente Fuerza Patria lleva como candidatos a siete intendentes, a la vicegobernadora Verónica Magario y al ministro bonaerense de Infraestructura, Gabriel Katopodis. En Somos Buenos Aires, la lista de senadores por la Cuarta Sección Electoral está encabezada por el intendente de Junín, Pablo Petrecca, e incluye al vecinalista de Chivilcoy, Guillermo Britos, en tercer lugar. Y en La Libertad Avanza, los intendentes Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Guillermo Montenegro (General Pueyrredón) lideran las listas de la Primera y Quinta secciones, respectivamente.
Particularmente a nivel local, llama la atención el caso de Guillermo Britos, que en reiteradas ocasiones criticó a sus pares por dejar sus despachos para asumir otros cargos, aparece ahora como candidato. No es un detalle menor: su discurso político ha girado en torno a la idea de priorizar la gestión local por encima de cualquier otra ambición.
“Como siempre dije, nosotros vamos a pensar en nuestra ciudad, así que no voy a ser candidato a gobernador por cuestiones personales y priorizando a Chivilcoy”, afirmaba en 2023, cuando declinó competir por la gobernación en representación de La Libertad Avanza. Ahora, tras confirmarse que es candidato a senador provincial, en declaraciones dijo «si tengo que renunciar a la banca para volver a la Intendencia, lo hago», dejando claro que se trataría de una candidatura testimonial.
Esto despierta interrogantes: ¿se trata de un movimiento táctico, de una motivación personal o de una contradicción con su promesa de no abandonar la gestión? ¿Jugada necesaria o maniobra que erosiona su credibilidad? ¿Puede un intendente prometer que no dejará su ciudad… mientras su nombre busca votos en otra boleta? Quedan flotando en el aire estas preguntas.