En el Barrio Sur de Chivilcoy, junto a las vías, se nos aparece un paisaje que se repite en la Argentina actual, viviendas que el propio Estado comenzó a ejecutar en el marco de Programas Federales y que nunca finalizó. Se trata de un barrio federal que ese mismo Estado construyó sobre terrenos del ferrocarril y que luego habrían llegado a la conclusión de que no podían continuar porque no es seguro para los vecinos vivir allí.
Parece mentira, pero no lo es, es el propio Estado ejecutando su propia desidia, es el propio Estado que los dejó aislados, abandonados, y que de vez en cuando se acuerda que los que viven en la periferia existen y les dice ahí tienen esto que pidieron, ahora arréglense.
La historia sigue así: las viviendas nunca se terminaron -ni en este barrio ni en algunos otros que se hicieron en esa misma época- pero la gente con una necesidad habitacional imperiosa se instaló igual, las fue acondicionado para hacerlas lo más habitables posibles, y de a poco esos mismos vecinos fueron generando proyectos productivos para sobrevivir.
José Villalba es algo así como el líder de esta barriada y quien explica que allí, donde funcionan varios proyectos productivos distintos desde una huerta, pasando por un taller de costura, una mueblería y una panadería, entre otros, las decisiones son tomadas en asamblea considerando que son 170 personas las que forman la organización. “Lo que hacemos lo decidimos entre todos”, asegura.
A la vez que, deja en claro que “acá no hay vagos, por el contrario, hay mucho compromiso, cada uno tiene asignada su tarea y no es necesario andar atrás repitiendo lo que tienen que hacer”. “Queremos mantener el orden para que siga progresando este proyecto”, asegura Villalba. Esto es algo que repetirá en varios puntos de la recorrida.
“Los compañeros tienen el Potenciar Trabajo, a través del Frente Popular Darío Santillán, y cada vez que pensamos un proyecto, lo presentamos en el Ministerio de Desarrollo Social, gracias a los compañeros que están en Capital, y de esa manera conseguimos algunas de las herramientas o maquinarias que necesitamos para empezar”, explica.
Y agrega: “Le hemos pedimos al municipio que nos ayude con el tema del predio, pero nunca nos dieron bola. Tampoco ninguna otra agrupación nos ha brindado su ayuda. Si bien nosotros integramos la UTEP como el Movimiento Evita, localmente cada cual hace lo suyo, nosotros no tenemos trato fluido. Todo lo que tenemos es gracias al mérito propio y la lucha que llevamos día a día”.
En primer lugar, en cuanto a las casitas, explica: “Estamos poniendo techos nuevos, primero vamos haciéndoselo a las viviendas que están en condiciones más precarias. No es por meterme en política, pero Coty Alonso nos ayudó a conseguir los materiales, así que de a poco las vamos reacondicionando”.
Todo esto José lo va contando a medida que recorremos el predio y nos va mostrando los distintos sectores en que están divididos: “Acá tenemos el sector de asistencia a la niñez, tenemos compañeras totalmente capacitadas que cuidan a los niños cuyas madres trabajan en otros rubros aquí adentro”. Y nos cuenta un detalle que no es menor: “El 90% de esta organización está constituido por mujeres, sólo el 10% somos hombres”.
“En este sector tenemos gallinas y pollos, hacemos genética para poder competir en algún lugar bueno en breve, como por ejemplo en La Rural. También vendemos huevos en el barrio y en otros lugares, para hacernos conocido afuera”, cuenta Ulises Errante que se suma al recorrido.
Más tarde, señala una oficina -que aparece algo desarreglada-: “Está en pleno montaje, ya que se rearmó hace poco, es donde nos ocupamos de lo administrativo y de recibir los reclamos. Llevamos anotadas cada máquina que se entrega a una determinada persona y su fecha de devolución. Asimismo, aquí registramos a toda la gente que se quiere inscribir al Potenciar Trabajo, aunque ahora esté cerrado”.
También hay un sector de carpintería, en el que se pueden ver algunos muebles que quedaron hechos para exhibir lo que hacen. “Hacemos muebles para vender, muchos de ellos a pedido. Además, hemos colaborado por ejemplo con el Jardín Camilo Latapié, nos gusta que nos llamen, nosotros siempre estamos dispuestos a colaborar”, dice José.
Seguidamente, está la panadería, otro proyecto reciente, que trabaja en tres turnos.
“Fue un proyecto que presentamos en su momento y que afortunadamente pudimos conseguir las herramientas para ponerlo en marcha. La producción se vende en la calle, y con el dinero se sustenta la materia prima y se ahorra para comprar más herramientas. Hace cinco meses que estamos trabajando en esto, hacemos cosas dulces, saladas, catering y comidas a la noche” y repite: “Todo lo que hacemos, lo hacemos siempre pensando en progresar”.
Más a lo lejos se ve el terreno más grande, allí montan sus propias ferias, para vender parte de las cosas que producen y es allí donde están las huertas. “Este terreno pertenece originalmente al ferrocarril, era todo monte. Nosotros lo limpiamos y armamos las huertas. Fuimos a proponer que nos cedieran este espacio a la gente de Trenes Argentinos, pero nos dijeron que era mucho papeleo” y aclara: “Acá antes había un aguantadero, por eso hicimos la limpieza completa a mano, y hoy lo utilizamos para trabajar”.
“En la huerta es todo orgánico, no usamos ningún tipo de herbicida. Con esto mostramos la realidad de nuestro trabajo, que lo ve la gente del barrio y otras personas que se acercan, porque mucho de lo que se critica es por desconocimiento”, remarca José, mientras presenta a las compañeras que trabajan en ese sector.
Paola Andrade, encargada de la Coordinación del trabajo que se realiza en la huerta día a día, cuenta: “Hemos sembrado las semillas temporada otoño-invierno” y agrega: “Además, estamos cerrando el predio porque recibimos daños de los vecinos permanentemente que nos sueltan animales y también nos han robado”.
“Pueden venir a la huerta que está ubicada en 108 y Pirán, de lunes a viernes por la mañana y la tarde; y también los fines de semana. Tenemos para vender zanahoria, lechuga, acelga, apio, cebolla, habas, arvejas, puerros, rúcula, achicoria, rabanito, entre otros”, invita a la comunidad para que conozcan su trabajo y compren los productos.
En este sentido, Andrade remarca: “Estamos haciendo un curso con el INTA, a cargo de Mónica Filippi, para aprender más y que este proyecto siga creciendo. Acá hay laburo, compañerismo, compromiso, el trabajo está organizado y cada uno sabe lo que tiene hacer”.
“Hoy en día está todo tan caro, que ni se puede ir a la verdulería, y nosotros vendemos lo que producimos por un precio mucho menor que en cualquier comercio, porque toda la gente que vive aquí está por debajo del índice de la pobreza”, reivindica José, orgulloso de la huerta. En concordancia con esta iniciativa, también están generando las condiciones para tener un vivero. De hecho, Antonela cuenta: “En este momento estamos sacando las raíces para terminar de limpiar el terreno”.
“Nosotros lo que queremos es seguir creciendo y enfrentar todo lo que pasa, que la verdad que es un desastre está todo cada día peor, y a la vez, demostrar que la economía popular sigue trabajando, está vigente y que también oxigenamos al municipio por la contención barrial que hacemos, pero pareciera que esto no les interesa a los políticos. Acá se demuestra que hay cultura del trabajo, somos un grupo que se organiza para trabajar y los hechos así lo muestran”, insiste José.
Asimismo, no dejan de lado la atención de un tema tan importante como los casos de violencia de género que se puedan dar en el barrio. “Tenemos un espacio que se llama “espacio de mujeres”, a cargo de Gabriela Chaves, en que se dan charlas, sobre el tema, teniendo en cuenta que se trata de algo muy delicado y que no escapa a la realidad de nadie”, nos cuenta Villalba
“De esta manera lo que se busca es que las compañeras que sufran violencia de género quieran contar su situación. Por ejemplo, hace poco una joven necesitaba el botón antipático y no se lo daban, lo cual se pudo destrabar para que finalmente lo tenga. Estas cosas favorecen a nuestras compañeras y son buenas para ellas”, destaca.
Para cerrar, enfatiza: “A mí me da bronca que hay ventajeros que vienen a dividir y que quieren generar bronca entre pobres. No tiene sentido prometer cosas que no se van a hacer, como las viviendas. Estamos en época de campaña, pero acá muchos no vienen porque no les damos bola». «Nosotros queremos vivir bien y tranquilos; y no ser conocidos por la droga o el robo, sino por el trabajo. Día a día las personas de acá hacen su trabajo y no joden a nadie”, insiste.
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